*se arremanga*
Empecemos:
1. Traumas
Quizá porque yo soy doña traumas, me gustan los personajes que tienen un trauma y se les ve el proceso de curación. O directamente se les ve curados y se ponen medio mal recordando algo malo de su pasado.
Eso me identifica bastante porque, desde que nací, una emoción que me acompaña es el miedo. No la he sabido gestionar bien nunca, pero aún menos cuando era pequeña. Entonces, tengo traumas a causa de miedos un tanto peculiares que se nota que son infantiles, tales como los zombis o, como hasta hace poco, las audiciones de Beethoven en horas nocturnas. Como bien sabéis, los niños a menudo confunden realidad y ficción. Sumadle el miedo patente a esta cuestión. La creación de traumas era continua, también sobre todo por otro asunto: tengo unos sueños muy intensos, así que, cuando tenía una pesadilla era casi seguro que iba a tener un trauma relacionado. Ejemplo de esto último era tomarle miedo a cada personaje de película con el que tuviera un mal sueño. Puede presumir de ello el Coronel Hathi de El libro de la selva, que recuerdo que fue el personaje que más miedo me dio. Mi nivel de paranoia con ese buen elefante era tremendo. Ah, y de hecho, el miedo a las audiciones de Beethoven entraría en esta categoría de traumas oníricos.
Aparte de eso, me cuesta un poco a veces identificar una mala experiencia. Quiero decir, que de algo malo que me pasa, siempre trato de sacarle el lado bueno, por surrealista que parezca. Entonces, en esos casos, si anteriormente la causa ha sido identificada como mala, supero el trauma; pero si catalogo una experiencia como mala y aún no he encontrado un lado bueno, entonces ya puede pasar lo que sea, que no quiero ni oír hablar del tema, ni que me mencionen algo relacionado. Quizás es algo así como un pequeño trauma. Y como ejemplo de esto tengo algo que justamente he hablado recientemente: estuve siete años llevando aparato bucal, me quedó mal la boca porque el dentista lo hizo todo mal y ahora tengo la boca que debería volverme a poner... Y no quiero ni oír hablar del tema, ni que me lo mencionen. Es más, hasta me resulta desagradable verle aparato a la gente en la boca, cuando en realidad debería empatizar.
Pero también he tenido traumas más serios, en especial uno de ellos, que lo contaré más abajo, en el próximo apartado. Para dar un ejemplo de esto también en este apartado, tengo mi cianofobia infantil. Os explico: con tres años me atrapó una ola en la playa mientras estaba nadando en el mar, me arrastró a la orilla de modo que quedé cara al mar con el culo clavado... Y vi venir otra ola, pero justamente el culo estaba clavado y no me podía levantar, con lo cual yo ya me estaba temiendo lo peor. Gracias a un hombre que me salvó, no me comí una segunda ola. Y aun así, tres años más tarde, cuando en el colegio fuimos a piscina, tenía un miedo tan grande a la piscina que durante los tres años que duraron los cursos de natación escolar, acabé por tenerle miedo al color azul. ¿Sabéis lo que es tenerle miedo al color azul? Caminaba por la calle mirando abajo por no mirar el cielo, lo pasaba mal cuando iba al colegio porque el uniforme y el chándal tenían algo azul, mis padres miraban TVE y su logotipo y cortinas eran azules... Fue horrible. Con el tiempo se me pasó.
Al tener alguno gordo, puedo llegar a entender otras circunstancias igual de difíciles o peores y empatizo mucho con eso. De hecho, me refiero a esto explícitamente en este apartado, lo que pasa es que ya me conocéis... Me he ido por otros derroteros con tal de dar más detalles.
A modo de ejemplo tenemos el anime de Ghost Hound, que trata tres traumas distintos en adolescentes y cómo son capaces de superarlos poco a poco o enfrentándose a sus miedos.
2. Vínculos especiales
Desde que era pequeña, o tal vez desde que nací, tuve un problema de abstracción muy grande. ¿Sabéis eso que dicen que una persona tiene su propio mundo? Imaginaos quedarse a vivir en él, bajar solo con algún estímulo externo que te llama la atención (en mi caso era la música) y cuando tienes que cubrir necesidades básicas. Tenía un problema enorme de abstracción. A consecuencia de ello, no me relacionaba con nadie, porque para mí las personas eran intrusos que perturbaban mi paz.
Pero poco a poco fueron llegando algunas personitas en mi vida que supieron llegar a lo profundo de mi ser y sacarme de mi mundo porque, aunque ahora soy capaz de convivir en ambos, aún a veces me quedo colgada en el otro y eso ha provocado que la gente sea especialmente malvada y cruel conmigo.
Especifico:
Vínculo profesor-alumno
En el colegio en el que me crié durante catorce años tuve profesores muy crueles, que se burlaban de mí y permitían el bullying de mis compañeros. En especial, mi tutora de tercero y cuarto de primaria, a quien podría atribuirle acoso emocional, psicológico, social e incluso físico y a quien la psicóloga del instituto en el que estudié bachillerato me recomendó denunciar.
Obviamente, no eran todos... Tuve profesores buenísimos de los que guardo un recuerdo bonito.
El caso es que por esta vivencia, me pasa que cuando un profesor me trata bien, enseguida le tomo cariño. Y esta cuestión ha provocado que poco a poco desdibuje la figura del profesor, al punto de que aunque lo respeto como figura de autoridad, me llevo con muchos con cierta confianza. E incluso algún amigo he hecho.
Por lo tanto, cuando en un anime hay un alumno que se lleva genial con su profesor, ya no digo como amigos, pero sí que tienen un vínculo especial, pues me encanta, me emociona, me pone muy tierna y feliz, porque es así como me siento yo cuando experimento algo parecido con alguno.
Un anime en el que se trabaja esto muy bien es en Naruto, donde el protagonista se encariña con sus maestros y crea vínculos muy especiales, como con Iruka, Jiraiya o incluso Tsunade. Pero especialmente me llega su relación con Iruka, porque es más o menos así lo que me pasa a mí al principio con aquellos que tienen un poco de consideración conmigo.
Vínculo fuerte de amistad
Cuando en un anime se refleja un fuerte vínculo de amistad, a mí me emociona. Creo que le doy mucho valor a la amistad, a veces incluso por delante de la familia. Y esto es quizás porque a lo largo de mi vida no he tenido muchos amigos. Alguno hubo, pero me duraron poco; además, la mayoría solo se acercaban a mí por interés y cuando obtenían lo que querían, se marchaban de mi lado. Probablemente, en mis relaciones pasadas las únicas personas a las que podía lamar amigos eran mis amigos de la infancia, unos vecinos del mismo bloque a los que se llevaron a un centro de acogida con el paso de los años. Nos convertimos en una especie de hermanos separados, porque sus adversidades nos unieron mucho. Y bueno, cuando veo vínculos tan fuertes en una amistad, es decir, que son amigos de verdad y no solo superficialmente, pues me encanta y lo disfruto muchísimo, seguramente porque es lo que siempre he buscado y apenas hace un tiempecillo que lo he encontrado.
Un anime en el que se refleja muy bien este vínculo tan fuerte de amistad, casi de hermanos, es en 07-Ghost. Es increíble lo que son capaces de hacer el protagonista y su mejor amigo el uno por el otro. Pero si hay un anime que verdaderamente refleja bien este punto, este es Rainbow: siete adolescentes recluidos en un mismo sitio en el que tienen que sobrevivir a la adversidad. El vínculo que establecen es muy fuerte, es enormemente fraternal.
3. Música
Para mí la música es un arte muy importante al que siempre me he sentido vinculada, a veces directa y a veces indirectamente. Siempre defino mi relación con ella como "peliaguda" y lo resumo diciendo que lo que la música me da, la vida me lo quita. Eso me hace entender mi vínculo con la música como un amor conflictivo e incluso inalcanzable en ocasiones, por lo que también me genera una aspiral de frustración y de deseo utópico imposible de quebrar.
En fin, mi historia con la música es larga y, aunque la tónica general de mi respuesta es explayarme en cada apartado, no considero que deba hacerlo en este, puesto que hay muchos detalles. Si alguien quiere saber la historia completa y detallada, ya la contaré en otro lado.
La cuestión es que cuando un anime se centra en la música, lo cierto es que para mí cobra importancia, porque siento que está hablando de una parte de mí. Y no me refiero a esos animes de idols que salen constantemente. Me refiero a ejemplos como Piano no Mori o Beck, que se centran sobre todo en la música y hasta aprendes cosas con ellos (por ejemplo, yo ahora me doy cuenta de que muchas veces un piano suena según se siente el pianista, no solo por su estilo al tocar); y otros animes como Sakamichi no Apollon y Shigatsu wa kimi no uso, que su eje central es la música, pero lo importante son otras cuestiones.
Más allá de eso, si encuentro algún personaje que toca algún instrumento, directamente simpatizo con él, aunque no sea de un anime de música. Vaya, que tiene puntos de convertirse en uno de los que me gustan.
4. Historias de superación
Supongo que porque algo que me encanta apreciar en las personas es su resiliencia, me gustan mucho las historias de superación. Evidentemente, no todas. Pero probablemente esto me suceda porque en mi vida he tenido que tomar esta postura de anteponerme cuanto antes a los conflictos, salir adelante lo más rápido y de la mejor manera posible. Me emociona ver que un personaje que lo está pasando muy mal, logra avanzar de la mejor manera que puede. En este caso el mejor ejemplo vuelve a ser Rainbow. Pero para no repetirme, hablaré de un género que no es nada típico en mí, que es el de romance. Sirva de ejemplo Bokura ga ita, especialmente el protagonista, Yano Motoharu.
5. Características de personajes
Hay determinadas características en los personajes que hacen que me pueda enganchar fácilmente a una historia. Básicamente, que el personaje tenga algún rasgo de personalidad en común conmigo. Por ejemplo, la terrible introversión de Oreki Houtarou de Hyouka, que la gente confunde mucho con pereza (de esto hablaré otro día, que aquí no es el momento). Pero también sus propias historias me tocan mucho, sobre todo si tienen vivencias parecidas a esto:
Solitarios o faltos de habilidades sociales
Si son personajes solitarios o que tienen problemas para relacionarse con los demás, me calan enseguida. También si no es que sean en sí solitarios, sino que se sienten solos. Esto se debe muy probablemente a que comparto esto con ellos o lo he compartido a lo largo de mi vida durante bastante tiempo. Si ya me pasa en la vida real que alguien que me diga "me siento solo" me da directo en mi punto débil, pues imaginaos en los animes. Un personaje con el que me pasó esto fue con Ouma Shu de Guilty Crown. También con otros personajes más complejos de Monster. O, sin ir más lejos, un personaje muy popular: L, de Death Note.
Despreciados por ser diferentes
Hay muchos personajes que rompen un poco con la tónica del mundo que les ha tocado vivir y la gente, como no comprende lo que no conoce, los acaba despreciando y ellos lo pasan mal. Esto es algo que me ha perseguido toda la vida, yo siempre me he sentido así. Por esta razón empatizo mucho con este tipo de personajes. Y sin afán de repetirme, pero es que es el primer ejemplo que me viene a la mente por motivos que ahora explicaré, no iré muy lejos: Gaara, de Naruto. O el propio Naruto. Me aplastaron fuerte. De hecho, el pasado de Gaara puede presumir de ser el primer pasaje de anime que me hizo llorar. Por eso siempre que pienso en estos personajes, el primero que se me viene a la mente es Gaara. Después, Naruto en sus primeros capítulos. Por supuesto, hay muchos personajes así, pero los pongo a ellos porque seguro que los conocéis.
Y por ahora lo dejo, porque he hablado de tantos que ya no sé si me dejo algo o no. Tal vez no; tal vez sí. Solo el tiempo dirá.