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Vodka Negro 0 1 973

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#1
20 Jul 17 Hortaliza
PRÓLOGO

Estoy recostado en sus piernas.

Cierro mis ojos al sentir sus manos acariciándome.

_Él no tiene un cabello como el mío. _Me quejo molesto.

Alza mi rostro, tocando mis labios.

_No. Tú eres diferente.

Inspira sobre mi pelo, oliéndolo.

"Estoy comprometida, lo siento."

Esa tarde, bajo ese árbol.

Mi corazón se rompió.

Trato de ocultar mis lágrimas.

Extiende una mano ante mí, separando sus dedos.

Veo un anillo de plata.

_No me importa. _Se me escapa.

Sonríe, acariciando mi mejilla, besando mi frente.

Sigo quejándome como un crio, impotente, frustrado.

Lo último que le di fue mi número de teléfono con la esperanza de que volviéramos a vernos o escucharnos.

CAPÍTULO 1

Salgo del parque.

“No volví a verle desde aquel día.”

Todas las tardes que puedo vuelvo, solo para esperar verla aparecer.

Me siento en un banco que da al bar donde trabajo.

Decidí trabajar ahí para estar cerca de ella.

Una lágrima, seguida por más, caen por mi rostro.

_ ¿Por quién lloras?

“Rosario.”

Una chica de melena naranja, delgada, con ojos verdes, piel blanca, alta.

Con un cuerpo de curvas pronunciadas y pechos pronunciados.

_Vete, por favor.

Se sienta al lado mío.

Empieza a hablarme de sus amores y relaciones.

Los que no pudieron ser, los que terminaron porque ella ya no les quería.

Me pone una mano en el hombro y me mira a los ojos.

_ ¿...me estas escuchando Julio?

Mis ojos pasan de mirar los suyos, maquillados con sombras y delineador negro a sus labios color rosado.

_Gracias.

Aparto mi rostro, desganado.

_Un chico como tú no debería estar así y menos por alguien a quien solo ha visto una vez en toda su vida.

"Encima comprometida, será..."

Mi expresión pasa del aburrimiento a la ira.

_No hables así de ella.

_Te he dicho la verdad, pero duele.

La agarro por los hombros.

_Retíralo.

_Nunca. Que te niegues a ver la realidad es otra cosa.

Acerca su rostro al mío.

_Un muñequito como tú, así de alterado...

Abro mi boca para insultarle.

Tapa mis labios con sus dedos.

_Cálmate.

_Eres...

Me besa, pillándome desprevenido.

Sus labios se mueven con soltura por mi boca.

Trato de apartarla, sin éxito.

_Así te ves mejor.

Le miro aturdido.

_...una arpía.

_Pero te has relajado y he despejado tu mente.

_No quiero ser tu próxima presa.

"Paso. Tengo cosas más interesantes que hacer."

Me marcho rápido de allí.

"No quiero ser el cliente de una prostituta por mucho que yo le guste.

Ese no es mi mundo.”

Entro en mi apartamento.

Me siento en la cama.

Desbloqueo mi móvil para revisar los mensajes.

Hay uno nuevo.

"Ya estamos planeando la boda.”

Nada me sale bien.

Todo absolutamente va de mal en peor.

CAPÍTULO 2

“Es aquí.”

El apartamento de Rosario.

La veo salir.

Se ha recogido su pelo naranja en un moño mal hecho.

Va con la misma cantidad de maquillaje que siempre.

"No sé si voy a salir con una mujer o un mimo."

Vestida con un jersey negro escotado, unos vaqueros azul oscuro ajustados que resaltan su trasero y unos tacones
que le suman varios centímetros.

Entre toda esa negrura consigo ver sus pupilas verdes.

_Puedo llevarte el bolso.

_ ¡Que ricura...! Pero no hace falta.

La recojo de un motel de mala muerte y ahora...

...Ahora ¿Qué?

CAPÍTULO 3

Comemos y bebemos en un pub.

Me limito a mirar entre copa y copa el móvil, en busca de alguna noticia de esa chica.

Nada.

_Perdona, es que esto no es lo que yo tenía pensado.

La música se me empieza a hacer pesada.

No distingo su voz del resto de los demás.

Pagamos la cuenta y salimos de allí.

_ ¿Esto es lo que entiendes por cita romántica? Emborracharme y hablarme de vete tú a saber qué. _Me quejo ebrio.

_Lo siento. Pero no me lo pones fácil.

Por primera vez noto seriedad en su voz.

_No hay nada que te la saque de la cabeza, no sé qué hacer.

_Solo soy como un cliente más, uno del montón. Trátame así.

_Es justo lo que no quieres.

“Me estoy contradiciendo solo.”

_Será mejor que me vaya a casa. ¿Cuánto te debo? Aún no he cobrado. Puedo darte...

_ ¡No quiero dinero! _Me interrumpe.

_Te daré sexo entonces... ¿Aquí, en un descampado o en ese motelucho tuyo?

Me abofetea.

Le agarro de la muñeca.

_No te atrevas. _Me dice asustada.

_Podría dejarte tirada aquí y nadie se daría cuenta.

Le lanzo un par de billetes.

Los recoge.

La escucho sollozar.

_Sube.

Se niega.

_Vamos.

Al final, cede.

Entramos en mi apartamento.

_Duerme en mi cama. Dormiré en el sofá.

Le echo una manta por encima.

Me desvisto y me pongo el pijama en el baño.

Salgo y me termino quedando dormido con el móvil encendido en el sofá.

CAPÍTULO 4

Me despierto y lo primero que veo es una nota.

"Siento lo de anoche."

Y justo al lado los dos billetes.

_Idiota...

Cojo el teléfono y marco su número.

Varios "beep" después me salta el contestador.

Sigo insistiendo.

El contestador vuelve a saltar una y otra vez hasta que me sale como si estuviera apagado o fuera de cobertura.

_ ¡Jodeeer...!

Espero a lo largo del día como un animal enjaulado.

Con un sin vivir, sin saber dónde buscarla.

"Bueno, en el peor de los casos, tiene contactos de sobra."

Mi móvil empieza a vibrar en el sofá.

_Julio al habla. Dígame.

Escucho su voz.

_ ¡¿Se puede saber dónde estabas?!

Suelta una risotada.

_ ¿Estabas preocupado por mí? Por favor... mi vida no gira alrededor de la tuya.

Hago una mueca, molesto.

_Dejaste lo único que tenías aquí.

_Mentiroso.

"Vuelve por favor, para quedarme tranquilo."

Cuelga.

"Esto es un infierno.

¿Por qué juegan conmigo de esta manera?"

Abro los ojos y empiezo a comprender.

"Aún tengo tiempo."

CAPÍTULO 5

Suena unos golpecitos de afuera.

Abro la puerta y la veo.

Con la melena naranja alborotada, sombras blancas en los parpados y delineador rosa fucsia.

Lleva la misma ropa que ayer.

_Vaya, vaya... _Susurra sorprendida.

La invito a pasar.

Aparto su silla para que pueda sentarse.

Enciendo las velas que he colocado en la mesa y apago la luz.

"Si no puedo entrar en tu mundo...

...Entraras tú en el mío."

Sonríe.

Comemos y hablamos tranquilamente.

Incluso reímos.

_Es la primera vez que no te comportas como un cretino.

Suelto una carcajada.

_En el fondo puedo llegar a ser todo un galán.

Chasqueo los dedos.

Las velas se agitan levemente, desprendiendo aromas de flores.

_Velas aromáticas... Nada mal.

Sonrío desafiante, pasándome una mano por mi pelo rubio.

Me levanto y me acerco a ella por detrás.

Inclinándome para llegar a su oído.

_Tranquila.

Coloco mis manos bajo su barbilla, girándola a un lado.

Poso mis labios en su cuello, presionándolos levemente contra su piel.

Gime sorprendida.

_Shh...

_Julio... ¿A qué viene esto?

Deslizo mis manos por su jersey negro.

_Son preciosas. _Susurro en su oído.

Noto como sus latidos se aceleran.

Golpea con sus manos la mesa y se levanta.

_Tengo que irme.

Le agarro del brazo.

_No. No vas a ninguna parte.

Me mira con desconfianza.

_Acércate.

Tiro de su brazo para atraerla hacia mí.

Coloca sus brazos sobre mis hombros.

_ ¿Qué es lo que te pasa...? Tú no eres...

Beso sus labios.

Despacio, suavemente.

Como un leve roce.

Aprieta sus manos contra mi chaqueta.

_Acepta mi dinero. _Le pido.

_Ni muerta.

Muerde mi labio inferior.

Suelto un quejido.

_Tu mundo de niño honrado no esta tan mal. _Susurra en mi oído.

Presiona su cuerpo contra el mío.

_Muñequito... ¿Ya la has olvidado?

Trago saliva con dificultad, pero no le respondo.

_Te ves más precioso cuando te arreglas.

Noto su aliento en mi oreja.

Muerde mi lóbulo.

_ ¿Vas a realizar tus servicios? _Le digo divertido.

_Una entrega especial de parte de la casa. _Me responde con un gorgojeo.

Besa mis labios.

Noto su deseo, su ansia en cada movimiento de su boca, de sus manos.

Acariciando mi rostro, mi cabello.

Me aparto, jadeante.

Apago y quito todas las velas de la mesa.

Los platos sucios, los cubiertos y el mantel.

Vuelvo y le dejo que me aferre entre sus brazos, arrugando mi traje.

_Estás realmente desesperada.

_Calla.

Me besa con fuerza, presionando con dureza mi boca contra la suya.

Noto su lengua dentro, jugando con la mía.

_Espera.

Coloco el móvil en el centro de la mesa con la linterna activada.

Consigo verla un poco.

Se quita el jersey negro, se desabrocha su sujetador y lo deja caer ante mí.

Beso y lamo su cuello mientras noto sus manos desnudándome apresuradamente.

La empujo con suavidad a la mesa.

Se sienta sobre ella, la inclino hacia atrás, tumbándola.

_Julio...

Desabrocho su pantalón y el mío.

La termino de desnudar y hago lo mismo.

Me deslizo sobre su cuerpo, sintiendo sus pechos, su piel.

_Así no vas a olvidarla.

_No es por ella.

Grita excitada al sentirme dentro su cuerpo.

Veo el placer y el éxtasis en su rostro, sus ojos verdes abiertos de par en par, brillantes.

Los gritos que escapan de su boca.

El ardor de su cuerpo.

Acaricio su cabello anaranjado, pegando mi oído a sus labios, escuchándola.

Sigo moviéndome dentro de ella con movimientos cada vez más bruscos.

La escucho gritar más fuerte.

Callo sus gemidos besándola.

Mi boca no se aparta de la suya, correspondiéndonos.

Aprieto mis manos contra sus nalgas.

_Quería compensarte por lo de anoche. _Le respondo con voz grave.

_ ¿Esto es para ti solo una compensación por ser un imbécil? _Me pregunta indignada.

Presiono con más fuerza dentro de ella.

Gime de placer.

La saco antes de correrme.

_Tonto.

_Me estoy conservando para otra ocasión.

Beso y toco sus pechos, su canalillo.

Lamo y muerdo sus pezones, excitándola más.

Noto una de sus manos tocando mi entrepierna.

Abro mis ojos marrones sorprendido.

_Hazlo aquí. Ahora.

Mueve su mano entre mis piernas.

Excitándome con el roce de sus dedos.

_No...

_Sí.

"Ríndete."

Jadeo, sudoroso, tembloroso.

_Ven aquí, a mí.

Volvemos a besarnos, envolviéndonos en caricias.

Esta vez es ella la que me hace el amor hasta correrme.

_Ya tienes lo que querías. ¿C-cuánto...?

Posa sus dedos en mis labios, callando mi voz temblorosa.

_Cuéntamelo todo. Tus pensamientos, tus sentimientos.

Me agito nervioso.

“No quiero seguir con esto.

Estoy en un callejón sin salida.”

_Tranquilo, relájate...

Acaricia mi espalda con sus finos dedos en un ligero va y ven.

Sube sus manos hasta tocar mi pelo, hundiendo sus dedos en él, hasta llegar a mi nuca.

Jadeo, mi respiración va calmándose.

_No quiero tu dinero.

"Te quiero a ti."

_Mientes. _Balbuceo como un crio.

Acerca mi rostro al suyo.

Acariciando mis mejillas, deslizando su pulgar por la comisura de mis labios.

Sus ojos verdes miran los míos con una mirada seria, penetrante.

Tratando de llegar a lo más hondo de mí.

De mi alma, mi ser.

_Ella... es diferente a ti.

"Es cálida, dulce, tierna.

Fue bondadosa conmigo.

Escuchó cada queja y estupidez que salía de mi boca.

Me miraba como si fuera alguien importante."

_Sois tan diferentes... _Concluyo.

Besa mis labios muy lentamente con dulzura.

Sus dedos moviéndose por mi cabello.

Entrecierro mis ojos.

"Te deseo. No quiero compartirte con nadie más."

Continúa acariciándome, relajando cada parte de mí.

Noto mis parpados pesados, cerrándose.

En el suelo, mi móvil vibra, avisándome que me ha llegado un nuevo mensaje.

CAPÍTULO 6

Es por la tarde, en un día laboral como otro cualquiera.

Limpio la barra, las mesas, las sillas y me pongo a colocar las botellas.

Solo queda una clienta sentada, mirándonos trabajar.

Tiene el pelo azul oscuro, ojos grises y unos labios pintados de rojo.

Va vestida con un vestido de estampado de flores.

"Amelia."

Se levanta y se detiene, sujetando el pomo.

Nos miramos y la veo mover sus labios.

"Nos vemos luego."

Abre la puerta y se marcha.

Cuando termino de recoger salgo y la encuentro sentada en el banco que hay en frente.

Me siento a su lado.

_No leíste mi mensaje. _Me dice con voz seca.

_ ¿Qué mensaje? _Pregunto como un tonto.

_Déjalo. _Me responde con un suspiro.

Saca de su bolsito una tarjeta de invitación.

Una invitación de boda.

_Toma. Me gustaría que vinieras.

Me mira y sonríe con esa mirada tan cálida.

Le rozo un pómulo tímidamente con mis dedos.

Me inclino un poco, acercándome a sus labios.

Nos miramos por un instante.

_Lo siento. _Me disculpo, apartando mi rostro.

Acaricio una de sus manos y cojo la invitación.

La abro, la leo y la cierro.

_Es preciosa, como tú.

Se ríe.

_Gracias. Me haría mucha ilusión que vinieras.

"Puedes llevar a una de tus amigas."

Me tenso.

_Lo siento. No quería molestarte.

"He visto que eres muy popular dentro mientras trabajabas."

El alivio se apodera de mí.

_Lo pensaré. _Le respondo.

Le beso la frente y me levanto.

_Tengo que irme. Necesito cambiarme y cenar. Ya sabes...

_Sí, sin problema. Ha sido un placer. _Se despide.

_Igualmente.

Ella se levanta también.

Los dos cogemos por caminos diferentes.

Nos despedimos agitando la mano.

CAPÍTULO 7

_Quiero salir a tomar algo y despejarme.

_Olvidas algo encanto... Hoy es mi cumpleaños.

"Oh... No.

Hoy no."

_Podemos ir a un local que está muy bien.

_Por mi bien. Te recojo y vamos para allá.

Al colgar ya puedo sentir la felicidad de Rosario.

Y un dilema para mí.

"Es solo una amiga. Un rollo.

Además... Está su trabajo.

No soy el único.

Tiene más clientes.

Pero... se mire por donde se mire hay algo diferente entre nosotros."

La espero en mi coche.

Espero a que salga de su motel, le abro la puerta del copiloto y espero a que suba.

Va dándome indicaciones para llegar sin perdernos.

Aparco y nos bajamos.

"Genial." Pienso al ver el rotulo.

Una discoteca.

_Sabes cómo terminamos la otra vez...

Me agarra el rostro y me mira a los ojos.

_Entremos. _Me pide.

Consigo tragar saliva a duras penas y termino por ceder.

Entramos cogidos de la mano.

Ella se va a bailar a la pista y yo me siento en la barra.

La música está muy alta y las canciones tienen todas un ritmo repetitivo.

Mucho. Demasiado.

Pido una copa y la voy bebiendo mientras la veo bailar.

Se acerca y pilla un sitio a mi lado.

_Otra para mí por favor y una botella.

Le miro escéptico.

_Oh vamos, por una noche no pasa nada.

Hago un esfuerzo inhumano por no replicarle.

Brindamos y entre copa y copa hablamos de lo que hemos hecho estos días.

_Gracias por venir y aceptar esta cita conmigo.

Me cuesta entenderla.

La música y el alcohol empiezan a hacer su efecto.

"Esto me pasa por no salir más a menudo."

_ ¿Estás bien?

Noto preocupación en su voz.

Pagamos y me arrastra al baño agarrándome del brazo para tirar de mí.

_Gracias.

Me refresco la cara y me peino un poco con las manos.

_No estoy acostumbrado a estos sitios.

Me pasa un brazo por los hombros.

_Lo sé.

Miro al espejo y nos vemos reflejados.

"No hacemos tan mala pareja."

Eso pensaría cualquiera.

Aparto su brazo.

Abro la puerta con la intención de marcharme de allí y terminar con este infierno.

_Espera. Podemos ir a mi casa si quieres.

Mi mano tiembla por un momento y suelta el pomo.

_Está bien. Si crees que puedes salvar la situación, tú sabrás.

CAPÍTULO 8

Entro en su apartamento.

_No tiene nada que ver con las pintas de afuera. Por dentro parece... habitable.

_Ohhh... que alago. _Comenta con sarcasmo.

Cierra la puerta y suelta las llaves en la mesa del salón.

_Y bien, ¿cuál es el plan? _Pregunto aburrido, sentado en el sofá.

“Empiezo a estar harto de esta situación.”

Veo su silueta reflejada por la luz del cuarto de baño.

Se está quitando el vaquero ajustado, el top negro y poniéndose la ropa interior y el pijama.

Se recoge el pelo en un moño bien hecho, apaga la luz y sale.

La veo acercarse a mí, tanteando el terreno.

"Lo sé.

La conozco como la palma de mi mano."

Toca mis pantalones negros.

Pisa mis mocasines.

La atraigo hacia mí.

_Me conoces tan bien.

Nos miramos desafiantes.

Se sienta sobre mis piernas y juega con los mechones de mi pelo.

_Sabes que es lo que quiero... _Susurra con voz seductora.

Baja las tirantas de su pijama, dejándolo caer sobre mis piernas.

Lo lanza a un lado del sofá.

Se levanta, apartándose un poco, contoneándose.

Contengo el aliento.

_Que rico eres... _Me dice con voz aterciopelada.

Baja sus manos lentamente, recorriendo su cuerpo.

_Ven aquí. _Me pide, suplicante.

_Llévame. _Susurro embriagado.

Dejo que me envuelva entre sus brazos, que me arrastre entre sus besos a su dormitorio.

Me empuja en su cama, tumbándome en sus sabanas.

Se sienta sobre mí y comienza a desnudarme y a quitarse su lencería.

_Espera... _Le pido.

Me contempla con sus ojos verdes, examinándome con la mirada.

_No.

Me despoja por completo.

Noto sus manos pasando por todos los rincones de mi cuerpo, de mi piel.

_Pensabas en ella, ¿verdad? Por eso me llamaste.

"Por esto me necesitas."

Jadeo al sentir su boca por mi cuello, presionando mi piel, marcándola con sus labios.

Deslizándolos hacia abajo, lamiendo, besando mi cuerpo.

Hunde su boca entre mis piernas.

Noto su roce en un leve va y ven de su lengua, sus dedos frotando.

Gimoteo jadeante.

_Eso es...

Grito al correrme en su boca.

_Shhh...

Tapa mi boca con sus dedos y con los otros lame los restos que se han quedado en sus labios.

_ ¿Por qué...? _Pregunto tembloroso, débil ante ella. _Necesito...

Interrumpe mis quejas besando mis labios.

Despacio con roces suaves, delicados, mueve su boca con la mía y me va penetrando.

Gimo al sentirla dentro de mí, moviéndose, penetrándome, hasta llegar a lo más hondo de mi cuerpo.

Los gemidos escapan de mi garganta, sintiéndola, mientras noto él va y ven de sus caderas.

Mis manos, temblorosas, palpan su cintura.

_Eres tan hermoso, tan tierno... _Susurra como ronroneos en mi oído.

"Eso es... Tranquilo..."

Mi cuerpo se agita, me aferro a las sabanas.

Entrecierro mis ojos, sudoroso.

Noto como acelera sus movimientos, penetrándome más rápidamente.

Grito excitado.

Sujeta mis brazos por las muñecas.

Continúa moviéndose dentro de mí.

Me zafo y aferro su rostro entre mis manos, besando su boca con ansia, deseo.

Despeinando su melena naranja.

Abre sus ojos, apartando sus labios de los míos.

Contemplando como sucumbo en ella.

“Mi cuerpo, mis pensamientos...

Débil, vulnerable.”

Acaricia mi rostro, mis caderas, mis muslos.

_Julio...

Pronuncia mi nombre con desdén.

_ ¿Qué... es lo que he hecho mal... ahora? _Balbuceo.

_Déjame hacer... relájate, cálmate...

Sus manos tocan mi cabello.

Noto calor, ardor...

Vuelvo a gritar jadeante mientras me corro.

_Échalo todo. Desahógate.

Sus ojos verdes siguen contemplándome.

Mi rostro, mi expresión abatida, cansado.

_Lo necesitabas. Necesitabas esto.

No sabe hasta qué punto sus palabras tienen razón.

_Amelia... se llama Amelia. _Consigo decir.

Cierro los ojos mientras siento sus caricias, calmándome.

_Se te cayo esto de los boxers. _Me dice enseñándome la invitación.

La invitación a la boda de Amelia.

_Perdóname, de verdad... Lo siento. _Trato de disculparme.

"Quería darte un cumpleaños decente."

Besa mis labios con un beso largo, intenso.

Me estremezco, acalorado.

_Sabes que esas cosas no me van.

Suspiro.

_Pero te lo debo por todo esto.

Le da una mordida inocente a la invitación.

"Iré. Si te sentirás preparado."

CAPÍTULO 9

Hemos salido a dar un paseo por la playa.

Ella lleva un vestido rojo, escotado para resaltar sus pechos, dejando al descubierto su canalillo, con la espalda al aire, enseñando una pierna y parte de su ropa interior.

La brisa hace que la tela y su pelo se muevan, ondeando con el viento.

Camino un poco rezagado, con las manos en los bolsillos de mi pantalón vaquero, contemplándola.

Con el atardecer su melena se ve de un naranja intenso como el fuego.

Sus ojos están maquillados con sombras negras y un largo delineado negro terminado en una línea recta muy marcada.

Sus labios están pintados de un rosa suave con brillo.

La noche cae sobre nosotros.

Se detiene, hasta notarme detrás suya.

_Vamos a cenar. Hay un bar no muy lejos de aquí con un jardín trasero donde ponen música y tiene vistas a la playa.

Asiento y le cojo de la mano, caminando juntos hacia allí.

_Relájate muñeca. _Le suelto con una sonrisa, al verla caminar deprisa con sus tacones a juego con el vestido.

"Tenemos toda la noche para nosotros."

Llegamos al bar, tomamos asiento en una mesa del jardín.

Retiro su silla para que pueda sentarse y me siento en mi sitio.

El camarero se acerca.

Pedimos la cena y una copa de vino.

Comemos y bebemos.

Pagamos la cuenta.

Nos levantamos para acercarnos a la barandilla con vistas al mar.

Rodea mi brazo y apoya su cabeza en mi hombro.

La aparto con delicadeza y tomo su mano como si fuera una princesa.

_ ¿Bailamos?

_Por supuesto.

Me mira fijamente, como un animal que acecha a su presa.

Mueve su cuerpo, agitando el trasero y sacudiendo sus caderas al compás de la música.

Agita la cabeza, despeinándose.

Sus manos bajan por su cuerpo, rozando la tela del vestido.

Me uno a ella, bailando a su ritmo.

Unas de sus manos llegan a la tiranta que sobresale de su tanga negro.

Me mira sorprendida al notar mi mano rozándolo, junto a sus dedos.

Continúo moviendo mi cuerpo junto al suyo.

Bailando, disfrutando de su contoneo.

Jadea al sentir mis manos bajar por su espalda desnuda.

Aprieto sus nalgas, acercándole a mí.

_Estás diferente.

Sus ojos me miran ahora con inocencia.

Acaricio su mejilla, rozando un mechón de su cabello alborotado.

Acerca su boca a la mía, entrecerrando sus ojos.

Aprieta su cuerpo contra el mío, rodeando mis hombros con sus brazos.

Jadeo al sentir sus pechos.

Mi mano se desliza por su pierna, subiendo hasta la tiranta de su tanga, bajándola levemente, deslizando mis dedos hasta sentir su trasero.

Miro la expresión de su rostro, excitada, entre jadeos.

Su boca abierta con sus rosados labios, brillantes.

Con mi otra mano acaricio su cabello, hasta llegar a su nuca.

Cierra sus ojos, echando su rostro hacia atrás.

Gime al sentir mi boca hundiéndose en la suya.

Sus manos se aferran a mi ropa al sentir mis labios presionándolos.

Al principio con movimientos lentos, suaves, sintiendo el roce de los suyos.

Gruño excitado.

Estrecho su cuerpo contra el mío.

Mi corazón late acelerado.

Mis labios se mueven con fuerza, desesperación.

Deseoso, ansioso.

Noto el ardor de su boca, sus leves gemidos de placer.

"Volvamos a la playa."

CAPÍTULO 10

Desnudamos nuestros cuerpos con las manos del otro.

De madrugada, en la playa, a la orilla del mar.

Solo nosotros.

Entre caricias y besos acalorados, trepo entre sus piernas.

Beso su torso, sus pechos, lamiendo sus pezones, haciendo presión en ellos con mi boca.

Gime levemente.

Lamo su canalillo, su cuello, besándolo hasta marcar mis labios en él.

Nuestra piel está húmeda por el agua.

Su cabello mojado.

La miro, sus ojos verdes miran los míos con la mirada perdida.

Grita al sentir como me hundo de golpe dentro de ella, cerrando los ojos en una expresión de dolor.

Siento su cuerpo mojado, la humedad de entre sus piernas.

Presiono con fuerza, penetrándola.

Escuchando sus gritos, sus manos por mi espalda, arañándola con sus largas uñas rosadas.

Contemplo su rostro.

Abre sus ojos de golpe con una mirada desesperada.

El sonido de sus gritos aumenta al sentir como acelero mis movimientos.

Sonrío, contemplando su expresión.

La agitación de su cuerpo.

Gimotea al besarle, tocando sus pómulos, sus mechones mojados.

Mi lengua se enrosca con la suya, las apartamos, las frotamos.

Gime con más fuerza al sentir mi lengua llegar hasta su garganta.

Estrechamos nuestros cuerpos en un arrebato.

Hasta correrme.

Toma mi rostro entre sus manos con brusquedad, besándome con ansia.

Apartamos nuestras bocas, jadeantes.

Me recuesto dejándome caer sobre ella, con mi cabeza entre sus pechos.

Besa mi cabello y me acaricia.

Suspiro al sentir sus manos, sus dedos, por mi piel, mi pelo.

"Julio... oh Julio..."

Toco sus labios con mi pulgar, escuchándole susurrar mi nombre con tono placentero.

Frota una de sus manos entre mis piernas, hasta endurecérmela.

Vuelvo a colocar mi cabeza entre sus pechos.

Gimiendo entre jadeos.

Grito cuando me corro en su mano, mojando sus dedos.

Suspiro, cansado.

_Perfecto, maravilloso... _Susurra mirando al cielo, sin poder creerlo.

El agua de la orilla moja sus manos, limpiándolas.

Posa sus labios en mi frente.

"¿Qué siento por ella?

¿Deseo...?"

Su voz interrumpe mis pensamientos.

"Ámame todas las noches como hoy."

Sonrío al sentir que es feliz.

CAPÍTULO 11

Caminamos juntos, cogidos de la mano, bajo la noche.

Lleva puesta mi chaqueta negra para que no pase frío por la humedad.

No nos decimos nada, ni siquiera nos miramos.

Estamos cruzando una calle que no está muy lejos de su motel.

He aparcado el coche un poco más lejos.

Vemos una silueta aparecer, acercándose en nuestra misma dirección.

Vamos distinguiendo su cabello azul, largo y liso.

Vestida con un mono verde y un jersey color crema.

Nos miramos los tres sorprendidos, a una distancia de escasos metros.

_Yo... esto no es... _Balbuceo.

Las palabras se atragantan en mi garganta, incapaces de salir.

Me siento avergonzado.

Atrapado entre la espada y la pared.

_No tienes que darme explicaciones. _Me responde Amelia con tranquilidad.

Mira a Rosario con una mirada serena en sus ojos grises.

_Ha sido un placer. _Le dice con una sonrisa.

Gira y comienza a caminar de perfil ante nosotros, en dirección a la carretera para pasar a la otra acera.

Un coche en ese momento, a esa hora, pasa justo en el mismo instante que Amelia está cruzando la carretera.

En un acto reflejo salto y la empujo, apartándola de allí.

Veo como cae justo en la acera de en frente, de rodillas con las manos en el suelo, a salvo.

Suspiro, aliviado.

El conductor trata de frenar, pero no lo consigue a tiempo.

Siento el peso de los neumáticos por mi cuerpo, rompiéndome por dentro.

Consigo apartarme a duras penas, arrastrándome débilmente por el suelo.

Mi cuerpo está amoratado, tengo una brecha profunda en la cabeza.

Mis piernas están rotas, mi estómago destrozado.

Lo último que veo es a Rosario de pie, contemplándolo todo, impotente.

La piel de sus pómulos manchada de rímel y delineador aún húmedos.

Sus ojos verdes me miran con tristeza, llenos de lágrimas que no paran de brotar y caer una tras otra.

Lo último que consigo hacer es mover débilmente mis labios, gesticulando.

"Lo siento."

Las voces de Amelia y el conductor llamando a Emergencias para que venga una ambulancia a por mí, se van haciendo más débiles.

Los sonidos se distorsionan, veo borroso.

Cierro los ojos.

Voy perdiendo el sentido.

Trato de tomar aire, en vano.

Mi corazón deja de latir.

Sufro un débil espasmo y expiro.

CAPÍTULO 12

Es medianoche.

Está lloviendo afuera.

Cierro mi paraguas y entro.

Llamo a su puerta.

_Pase.

Paso al interior de su apartamento.

Me quito la chaqueta negra de cuero que cubre todo mi cuerpo.

_Julio...

Levanto la visera de mi gorra de policía.

Veo sus ojos grises mirándome con sorpresa.

_Llamaste a un stripper para tu despedida de soltera y aquí estoy.

Un rayo relampaguea y la tormenta resuena.

Por un instante veo su cuerpo, cubierto solo por una bata de terciopelo marrón.

Lo único que llevo puesto encima es un tanga y la gorra.

Miro como ella se sienta en el sofá, a la luz de las velas que ha colocado en la mesa.

Suelto la gorra sobre ella.

_Toma asiento.

Me siento a su lado.

_ ¿No es esto lo que querías?

Miro sus ojos que ahora me miran con intensidad.

_No exactamente.

Busco su mano hasta colocar la mía sobre la suya.

_Has aprendido muy bien de ella. Eres un buen aprendiz.

Sonríe y se ríe al ver mi cara de sorpresa, ruborizado.

Se sienta de rodillas sobre el sofá y acaricia mi cabello con sus manos.

Entrecierro mis ojos.

Siento sus dedos deslizarse por mis mechones, hasta llegar a mi nuca.

Suspiro.

_Amelia... _Susurro.

Desliza sus manos por mi cuello, subiendo por mi mandíbula, hasta mis mejillas.

Abro mis ojos y veo los suyos.

Le miro avergonzado.

Ella me mira con deseo.

_ ¿Puedo...?

Posa las palmas de sus manos en mi boca.

Cierro los ojos y las beso.

Extiendo mis brazos hasta llegar a su bata.

Tiro con suavidad, haciéndola caer hacia atrás por sus hombros.

Coloca una mano en mi barbilla, alzando mi rostro con sus dedos.

Veo como la gruesa tela termina de caer, dejando al descubierto su canalillo, sus pechos.

Respiro acelerado.

Mis ojos brillan.

Oigo su voz susurrando con dulzura mi nombre.

Atrayéndome hacia ella.

Envolviéndome con sus brazos, apoyando mi cabeza en su hombro.

Siento sus caricias por mi cabello otra vez.

Respiro entrecortado, jadeante.

Noto sus manos por mi espalda en un suave va y ven.

Bajan hasta las tirantas de mi tanga.

Las baja delicadamente, sacándolo de entre mis piernas, liberándome de él.

Gruño excitado.

La atraigo hacia mí, sujetándola por los hombros, pegando su cuerpo al mío.

Acerco mi boca a la suya, deseoso, ansioso.

Roza sus labios granates con los míos.

_ ¿Por qué no.…? _Pregunto con ansia.

_No, no puedo. _Responde llevándose un dedo a los labios.

_Sí. _Respondo con voz ronca.

Beso su boca.

Abre sus ojos sorprendida.

Grita y trata de apartarse.

Se agita nerviosa.

La estrecho con fuerza entre mis brazos.

Sintiendo su piel blanca junto a la mía.

Sus gritos aumentan.

Continuo, entrando dentro de ella.

Muevo mis labios junto a los suyos.

Noto sus manos aferrándose a mí.

La pasión de su boca, su cuerpo.

Sujeto su cabeza por la nuca.

Sus mechones azules sudorosos.

La tormenta y los relámpagos continúan.

Grita mi nombre entre gemidos.

Sigo penetrándola con fuerza, sin detenerme.

Con movimientos lentos.

Contemplo la expresión de su rostro, su boca abierta, su respiración acelerada.

Mi boca resbala por su canalillo y se pierde por sus pechos, lamiendo sus pezones.

Mis manos tiemblan levemente mientras la sujeto por su cintura.

Acerco mi rostro al suyo.

Nos miramos sudorosos, excitados.

Presiono y empujo.

Miro su rostro extasiado.

Salgo de su cuerpo rápidamente.

_ ¿Era... tu primera vez? _Pregunto nervioso.

_No.

Sostiene mi rostro y me besa muy lentamente con suavidad, dulzura.

Siento su lengua en mi boca.

Gimoteo y muevo la mía torpemente.

Me agarra de las muñecas.

Siento el roce de sus labios, su lengua, su cuerpo, su piel.

Sus pechos subiendo y bajando levemente contra mi cuerpo.

"Quería ser tuya, antes de casarme."

Mi corazón late desbocado.

Siento sus manos, cubriendo mi cuerpo de caricias.

Gimo más fuerte.

Sus labios se mueven sensuales, delicados, junto a los míos.

Grito al correrme, abriendo mis ojos de golpe, en pleno arrebato.

Jadeo entre débiles gemidos.

Besa mi frente.

_Te quiero. _Le digo entre susurros, repitiéndolo sin parar.

Presiona un dedo contra mis labios, callándome.

Siento su mirada fría.

_Antes me amabas. _Me dice con un tono apagado en su voz.

"Mierda." Pienso una y otra vez.

Besa y acaricia mi cuello con su boca.

_Está bien.

"Mientras te cuide, todo está bien."

Nos vestimos, me paga y me despido de ella con un par de besos en la mejilla.

Como si nada de esto hubiera pasado.

"Solo un recuerdo entre nosotros.

Un regalo de despedida para mí."

Las lágrimas resbalan por mi rostro, mezclándose con el agua de lluvia.

EPÍLOGO

El día de mi boda llegó.

Voy a contraer matrimonio con el que será mi futuro marido.

Terminan de retocar mi maquillaje.

Colocan el velo y suben la cremallera del vestido.

Salgo, cabizbaja.

Camino del brazo de mi padre hacia el altar.

Mi novio está de pie.

Nos miramos con ternura.

El cura recita en voz alta.

La ceremonia continua sin ningún incidente.

"¿Aceptas a Amelia como tu futura esposa?"

"Sí."

Yo asiento también.

Nos giramos de cara a los invitados, cogidos del brazo.

Todos aplauden y silban.

En el convite, después de probar el buffet, paseo por el enorme jardín.

Un niño pequeño pasa corriendo a mi lado.

Tiene una gran melena pelirroja alborotada.

Va vestido con un traje negro y una pajarita azul.

Tropieza y se agarra con sus manitas a la falda de mi vestido.

Abre sus ojos verdes, sorprendido y se levanta.

_¡¡Adán...!! ¿Dónde estás?

Una mujer vestida con un sencillo vestido corto de un rojo intenso, con una fina hilera de plumas alrededor de su cintura, aparece.

Lleva el rostro levemente tapado por su sombrero.

Recoge al pequeño, cogiéndolo en brazos.

Le pregunta preocupada y él me señala.

Ella gira su rostro hacia mí.

Distingo sus rasgos.

Sus ojos verdes cubiertos de sombra y delineador negro.

Sus labios oscuros.

Me mira con tristeza y sonríe.

Besa a su hijo en la nuca, sosteniendo su manita entre las suyas.

Veo unos brazos colocados en los hombros de ella.

Un hombre está junto a ellos, mirándolos con cariño.

Contemplo sorprendida.

"Julio."

Levanta su rostro y se acerca a mí.

Nos miramos.

Él con una mirada cálida, serena.

No puedo contener mis lágrimas.

"¿Por qué...?"

Extiende una mano hacia mí.

Mueve sus labios, sin voz.

"Cuídales."

Las lágrimas caen por mi rostro, consternada.

Extiendo mi mano sobre la suya, sin poder tocarle.

Sus ojos marrones brillan.

Se desvanece lentamente ante mí.

Lo último que veo son sus labios moviéndose, gesticulando, con su mano junto a la mía.

"Siempre te quise."

Ese día sentí como me desgarraba por dentro.

Mi corazón estaba roto, mi alma destrozada.

"Deseé tenerlo allí con ellos, cerca de mí.

Escucharle, verle.

Poder tocarle, tenerle conmigo.

Me he arrebatado lo que más apreciaba.

Intenté engañarme de tantas maneras.

He sido tan egoísta..."

Escucho la voz de Adán, su hijo, gritando preocupado.

"¡Amelia, Amelia...!"

Mueve sus manos tratando de alcanzarme.

Salgo de mis pensamientos y los veo allí, mirándome.

Me acerco y les abrazo, besándole la frente a él.
Gracias a Muffet y a Voldia por sus Firmas.

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