Te has pasado la mitad de curso en el bar y la otra pidiendo apuntes, ahora llega la hora de la verdad
1. Intentar copiar
Cuando te das cuenta que te habías leído los temas impares… del libro equivocado, asumes que debes copiar. Sí, debes. Para mantener tu honor. ¡No te has dejado medio sueldo en fotocopias de apuntes de otros para nada!
Así que aquí sale tu instinto animal. Sigilosamente inspeccionas tu área (colocarte cerca de los colegas con los que juegas a cartas en el bar no ha sido muy inteligente por tu parte).
Estableces el plan banquero: préstamo de bolígrafo, préstamo de kleenex y préstamo de típex.
2. Cuidar la presentación
Sabes que en el mundo en el que vivimos la imagen es muy importante, por eso tú intentarás que tu letra sea lo más limpia, clara y grande posible. Que no te sepas el tema y quieras llenar tres hojas no tiene nada que ver.
No quieres estropear la vista del profesor por lo que sabes que un buen interlineado es básico. ¡Y que corra el aire!
Estableces el plan Cuadernillos Rubio. Seguro que tu madre estaría muy orgullosa (no).
3. Tener una buena actitud
Siempre nos dicen que si tenemos un sueño debemos perseguirlo y eso es por lo que tú estás allí. Sueñas con aprobar aunque sabes que es prácticamente imposible. Si Picasso decía que la inspiración te debía encontrar trabajando, tú tienes que adoptar su plan: poner cara de concentrado para que así las ideas vengan a la mente. Pensar en cómo celebrarás el suspenso no te ayudará.
4. Mostrar interés
El profesor en cuestión debe saber que aunque solo hayas aparecido en tres de las treinta clases, su asignatura te importa. Te importa poco, pero te importa.
¿Y qué mejor que preguntarle sobre el tema durante el examen?
5. Conocer la materia
“Sobre esto que me preguntas no tengo ni pajolera idea, pero me sé otras tantas cosas… ¡Seguro que quieres que te lo cuente!” Y con esta actitud te dispones a contarle al profesor todo lo que te sabes sobre ese tema (y sobre otros que no vienen a cuento pero no sabes cómo los enlazas).
Lo peligroso de esta técnica es empezar explicando qué es el capitalismo y terminar hablando de la comunión de tu prima segunda de Segovia.
Te lías, te lías y después no hay vuelta atrás.
6. Creer en la suerte
Los exámenes tipo test los redacta Satanás, esto lo sabemos todos. Y los redacta con mucha mala leche. A, B, C, D y cuando crees que sabes la respuesta aparece E) Ninguna de las anteriores.
Intentas contestar con lo primero que te viene en la cabeza (garantía de muy poco). Y sabes que si en las primeras cinco respuestas has marcado la misma letra, algo va mal. Cambias una al tuntún, siempre es mejor A-A-A-B-A, la B le da el toque.
Vives al límite. Te han dicho que es mejor que solo contestes las que sabes ¡como si esto fuese de ayuda!
En cada pregunta te repites: “Hemos venido a jugar”.
7. Saber cuándo es el momento
En casa siempre te han dicho que eres muy impulsivo así que por primera vez harás caso a tu madre. Noventa minutos de examen. En quince minutos ya lo has tenido finiquitado. Media hora más pensando en qué harás el fin de semana… Entregas el examen en la media parte.
8. Rezar
Si después de utilizar toda y cada una de estas técnicas aún crees que aprobarás es que tienes mucha fe. Solo te queda rezar.
Fuente
1. Intentar copiar
Cuando te das cuenta que te habías leído los temas impares… del libro equivocado, asumes que debes copiar. Sí, debes. Para mantener tu honor. ¡No te has dejado medio sueldo en fotocopias de apuntes de otros para nada!
Así que aquí sale tu instinto animal. Sigilosamente inspeccionas tu área (colocarte cerca de los colegas con los que juegas a cartas en el bar no ha sido muy inteligente por tu parte).
Estableces el plan banquero: préstamo de bolígrafo, préstamo de kleenex y préstamo de típex.
2. Cuidar la presentación
Sabes que en el mundo en el que vivimos la imagen es muy importante, por eso tú intentarás que tu letra sea lo más limpia, clara y grande posible. Que no te sepas el tema y quieras llenar tres hojas no tiene nada que ver.
No quieres estropear la vista del profesor por lo que sabes que un buen interlineado es básico. ¡Y que corra el aire!
Estableces el plan Cuadernillos Rubio. Seguro que tu madre estaría muy orgullosa (no).
3. Tener una buena actitud
Siempre nos dicen que si tenemos un sueño debemos perseguirlo y eso es por lo que tú estás allí. Sueñas con aprobar aunque sabes que es prácticamente imposible. Si Picasso decía que la inspiración te debía encontrar trabajando, tú tienes que adoptar su plan: poner cara de concentrado para que así las ideas vengan a la mente. Pensar en cómo celebrarás el suspenso no te ayudará.
4. Mostrar interés
El profesor en cuestión debe saber que aunque solo hayas aparecido en tres de las treinta clases, su asignatura te importa. Te importa poco, pero te importa.
¿Y qué mejor que preguntarle sobre el tema durante el examen?
5. Conocer la materia
“Sobre esto que me preguntas no tengo ni pajolera idea, pero me sé otras tantas cosas… ¡Seguro que quieres que te lo cuente!” Y con esta actitud te dispones a contarle al profesor todo lo que te sabes sobre ese tema (y sobre otros que no vienen a cuento pero no sabes cómo los enlazas).
Lo peligroso de esta técnica es empezar explicando qué es el capitalismo y terminar hablando de la comunión de tu prima segunda de Segovia.
Te lías, te lías y después no hay vuelta atrás.
6. Creer en la suerte
Los exámenes tipo test los redacta Satanás, esto lo sabemos todos. Y los redacta con mucha mala leche. A, B, C, D y cuando crees que sabes la respuesta aparece E) Ninguna de las anteriores.
Intentas contestar con lo primero que te viene en la cabeza (garantía de muy poco). Y sabes que si en las primeras cinco respuestas has marcado la misma letra, algo va mal. Cambias una al tuntún, siempre es mejor A-A-A-B-A, la B le da el toque.
Vives al límite. Te han dicho que es mejor que solo contestes las que sabes ¡como si esto fuese de ayuda!
En cada pregunta te repites: “Hemos venido a jugar”.
7. Saber cuándo es el momento
En casa siempre te han dicho que eres muy impulsivo así que por primera vez harás caso a tu madre. Noventa minutos de examen. En quince minutos ya lo has tenido finiquitado. Media hora más pensando en qué harás el fin de semana… Entregas el examen en la media parte.
8. Rezar
Si después de utilizar toda y cada una de estas técnicas aún crees que aprobarás es que tienes mucha fe. Solo te queda rezar.
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