Correr. Correr, chapoteando. Chapoteando entre un líquido ligero, que poco a poco inunda mi ropa, con un olor bastante característico. Es sangre, sangre mezclada con lodo y lluvia. ¿De que corro? Corro del asesino, aquel que después de recorrer este mismo callejón con una sola entrada, matando a todo aquel que se le cruzaba, decidió entrar en mi hogar. Buscaba a mi padre, a mi maldito padre, aquel que entre apuestas y bebida nos había hecho descender lo suficiente para resultar en este callejón enlodado y peligroso. Al no encontrarlo, ese hombre enfureció aun más, y con la misma pistola con que eliminó la vida de este callejón, disparó. Pero no apuntaba a lugares vitales. Entonces, después de la carga de adrenalina, empiezo a sentir el dolor, el dolor quemante de una bala alojada en mi brazo, el extraño dolor de la sangre abandonando poco a poco mi cuerpo, acompañado de un leve dolor. Pero no puedo, no voy a caer ahora, debo arrastrarme aunque sea a la calle.
Faltan pocos metros, y empiezo a recobrar percepción de mis alrededores. Y con ello viene el sonido, el sonido de la lluvia, el sonido de mis agitados pasos levantando el agua, el sonido de los gritos de mi madre, la cual solo acertó a decirme "Huye" poco antes de recibir una bala en una pierna, haciéndola caer de inmediato, y quien ahora mismo gritaba de dolor, gritos confundidos con una risa demente, que a medida que me alejo se ve amortiguada por el sonido de los autos en la calle más cercana. Finalmente veo la luz cerca, la luz de la calle externa, apenas a unos metros de mi. Me muevo más rápido, agarrándome el brazo, más muerto que vivo. Cuatro metros, tres metros, dos, bam. Avanzo un poco, solo un poco, pero lo suficiente. La quemazón de otra bala impacta esta vez en mi pierna, haciéndome caer hacia delante. Pero había avanzado lo suficiente, apenas lo suficiente, para desplomarme en la calle, justo frente a la gente. Un silencio, que no sé si provenga del terror de quienes me rodean, o si es el silencio propio de la muerte se instaura. Entonces la oscuridad vuelve a rodearme, una oscuridad que me envuelve entre sus brazos y me levanta. Entre el silencio y la oscuridad, una voz, femenina, adulta, fuerte... "¿Qué esperan? ¡Llamen a una ambulancia!". Esa oscuridad empieza a hacerme avanzar. Quizás no este muerto. Quizás.
Faltan pocos metros, y empiezo a recobrar percepción de mis alrededores. Y con ello viene el sonido, el sonido de la lluvia, el sonido de mis agitados pasos levantando el agua, el sonido de los gritos de mi madre, la cual solo acertó a decirme "Huye" poco antes de recibir una bala en una pierna, haciéndola caer de inmediato, y quien ahora mismo gritaba de dolor, gritos confundidos con una risa demente, que a medida que me alejo se ve amortiguada por el sonido de los autos en la calle más cercana. Finalmente veo la luz cerca, la luz de la calle externa, apenas a unos metros de mi. Me muevo más rápido, agarrándome el brazo, más muerto que vivo. Cuatro metros, tres metros, dos, bam. Avanzo un poco, solo un poco, pero lo suficiente. La quemazón de otra bala impacta esta vez en mi pierna, haciéndome caer hacia delante. Pero había avanzado lo suficiente, apenas lo suficiente, para desplomarme en la calle, justo frente a la gente. Un silencio, que no sé si provenga del terror de quienes me rodean, o si es el silencio propio de la muerte se instaura. Entonces la oscuridad vuelve a rodearme, una oscuridad que me envuelve entre sus brazos y me levanta. Entre el silencio y la oscuridad, una voz, femenina, adulta, fuerte... "¿Qué esperan? ¡Llamen a una ambulancia!". Esa oscuridad empieza a hacerme avanzar. Quizás no este muerto. Quizás.
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"Shooting all over to stop feeling bad, taking others lifes to feed my wrath."