Fue un gato viejo, solitario y callejero... de esquiva actitud y fría mirada, pero cálida compañía, sin deseos y muy pocos sueños, pobre y enfermo... aquel gato viejo, quien decidió perecer solo, en un pequeño techo ajeno a su hogar verdadero, mientras que los desfallecidos llantos de sus dueños permanecían en sincronía con las lagrimas del cielo, la lluvia, que caía sin descanso sobre la fría tierra, convirtiéndola en barro, el mismo barro donde fue enterrado el gato, aquel frío e indiferente... gato solitario.
"La memoria de un gato es muy amplia, a veces recuerdan cosas sin importancia, algunas otras ocasiones recuerdan cosas de importancia... como a los dueños que bien los trataron en su vida" Leonel I. Godoy