Un cementerio de Nápoles, siete fosas excavadas en la tierra y en cada una de ellas una lápida con nombre y apellidos ya grabados.
Pero solo la primera tumba está ocupada.
Por el cuerpo de un jefecillo de la camorra con la garganta cortada de un tajo.
Las otras seis siguen vacías.
Una advertencia.
Y algo más: Una promesa.
Entre los destinatarios del macabro mensaje hay delincuentes de poca monta y jefes de los clanes, narcotraficantes y asesinos, según una lógica que la policía no logra desentrañar.
El último nombre es el de Michele Vigilante, un hombre que se ha convertido en leyenda haciéndose respetar primero en la calle, con el lenguaje de la violencia, y después en la cárcel, con el lenguaje del honor.
Ha pasado veinte años en una celda y ahora que ha obtenido la libertad parece que la condena que lo aguarda fuera es aún peor.
Porque el tiempo cambia muchas cosas, pero no borra el pasado.
Y él nunca se ha detenido ante nada, y mucho menos lo hará antes de saldar todas sus cuentas.
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Gracias a Muffet y a Voldia por sus Firmas.