La tragedia la han provocado las complicaciones surgidas en una operación a corazón abierto a la que estaba siendo sometido, como ha confirmado su manager. Sí, se ha ido el tío Phil, ese juez serio y cascarrabias que nos arrancaba una sonrisa por las broncas que le echaba a su sobrino Will (Smith).
Con el fallecimiento de Avery no se va solo un baluarte televisivo. También se va una parte de la infancia de los que nacimos en los 80. Ahora podremos evocar aquellas mañanas de sábados y domingos, o los mediodías de lunes a viernes, para cerciorarnos de los grandes minutos de entretenimiento que disfrutamos gracias a Avery y el resto del reparto de una serie inmortal.
El actor estadounidense nació el 27 de noviembre de 1948 en Atlactic City (Nueva Jersey). Estuvo en la guerra de Vietnam, y cuando regresó, se puso a escribir guiones. Fue en los 80 cuando comenzó a conseguir papeles de forma habitual.
En 1990 llegó su momento: fue el elegido por Jeff Pollack, el creador de El Príncipe de Bel Air, para interpretar a Philip Banks. Su rol estaba muy claro: un hombre responsable, serio, que ha prosperado en su carrera como juez y se desvive por los suyos, y que se ve superado por la llegada de su sobrino a la mansión familiar. El gamberro y aficionado al rap Will le rompe los esquemas y le hace verse en situaciones que ni imaginaba. Hasta el punto de perder los estribos cada dos por tres.
James Avery era un actor tremendo, pero fuera de Estados Unidos solo fue conocido por la ficción que protagonizó junto a Smith, Ribeiro y otros actores tan queridos y recordados. Porque todos hemos visto El Príncipe de Bel Air. Aunque solo sea una vez, y de refilón. O eso creo. Lo seguro es que no queda nadie en este país (o en todos) que tenga una televisión y no haya escuchado hablar de la serie.
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