Partido de ida: Postergado por la fuerte tormenta que inundó el estadio de Boca. Se jugó al día siguiente y terminó 2-2. Lo único rescatable de esta historia y es que fue entretenido.
Partido de vuelta: Hinchas de River rompen a cascotazos el micro (bus) de los jugadores de Boca y le lanzan gas pimienta gracias a un operativo de seguridad deplorable que les permitió estar cerca. Igual que eso no tape el salvajismo de nuestra sociedad podrida. Conmebol no espera a saber el estado de salud de los jugadores y retrasa el partido una hora. Entre medio de reuniones de directivos, se enteran que un jugador está volviendo con un ojo emparchado desde una clínica, lo retrasan otra hora. Boca se rehúsa a jugar y recibe presiones por el negocio que hay atrás (sponsors, turistas, decirle a la gente que se retire). Afuera, mientras tanto, un grupo de hinchas sin entrada rompe lo que haya a su alcance para que los dejen ingresar, y choca con la policía y gendarmería. El presidente de River se solidariza con Boca y dejan en jaque a la Conmebol, suspendiendo el partido de ayer para hoy. A la salida, vuelven a violentarse unos grupos y rompen inmediaciones del estadio. Hoy se reunieron directivos de nuevo y, a priori, el partido se jugaría el 8 de diciembre. La gente que fue al estadio en paz, de nuevo sale cabizbaja. Mañana hay paro de Aerolíneas Argentinas, así que parte de los que vinieron de afuera no podrán volver, sin mencionar el dinero que ya gastaron para nada. Boca sigue sin intenciones de jugar y quiere recurrir a pedir los puntos, echando en cara una ronda de otra copa pasada en la que se los dieron a River porque un hincha (de Boca) tiró gas pimienta al ingreso de los jugadores en el entretiempo. A todo esto, Macri quería jugar con público visitante ambos encuentros... Final de Copa Libertadores. ¿Qué tal? *facepalm*