Os dejo una noticia de una perrita y un abuelo que a ocurrido estos días:
El cuento 'feliz' de la perrita vagabunda y el anciano con Alzheimer Él, un anciano perdido en un huerto de naranjos. Con Alzheimer, medicado y pasando frío. Ella, una perrita vagabunda y llena de pulgas. Con sarna y desnutrida. Ambos desconocidos. Pero la noche del 30 de agosto, el destino los juntó. El termómetro había descendido hasta los 23 grados centígrados. Y mientras caminaba sin rumbo, el hombre, de 75 años, había quedado atrapado en el fango. Fue allí cuando la cachorrita se acercó a él para brindarle calor. Durante 15 horas a la intemperie. Hasta que la Policía Local los encontró a las afueras del municipio de Burriana (Castellón). Esta es la historia con un final feliz de Francisco, el anciano con Alzheimer y su buena Estrella, una perrita pitbull que lo abrigó en la madrugada sin separarse de él.La hija mayor de Francisco, María Gracia Núñez, nos cuenta que su padre llegó desde Cálig a Burriana para pasar unas vacaciones en su casa el pasado jueves. Esa tarde, a eso de las 17.30 horas, salió a la calle sin que nadie se percatara de él y comenzó a caminar. Sin rumbo. Y sin saber cómo volver. Enseguida, su esposa, Pilar Gómez, al darse cuenta de su ausencia empezó a buscarlo. Pero tomó otra dirección. La incorrecta. Al no encontrarlo, toda la familia se sumó a la búsqueda. Y en un municipio como Burriana, de 34.600 habitantes, inició un rastreo masivo: 1.000 bicicletas, 60 autos, familiares y amigos llamándolo por las calles. Nadie imaginó que Francisco había salido del pueblo por su propio pie.15 horas estuvo perdido. Acababa de amanecer el día siguiente cuando la Policía llegó al sitio donde se encontraba Francisco. Estaba con un leve grado hipotermia y lastimado, pero no estaba solo. Había pasado la noche entre naranjos y, sí, salvado por su buena Estrella. "Hemos encontrado a su padre... Tiene una mascota", le dijeron a María Gracia en una llamada telefónica. Ella se extrañó, porque la mascota de Francisco se llama Ulíses -un perro Boyero de Berna- y estaba en casa. Quienes rescataron al anciano insistieron. Había una perrita, de cuatro meses, que no quería separarse de él. Ni él de ella. E incluso se había metido a la ambulancia con el señor. Pero al no pertenecer a la familia, le indicaron que debían llevarla a la perrera. "¡No!, con esa perra me quedó yo", exclamó enseguida María Gracia, la hija, al conocer los detalles.El reencuentroLa familia decidió adoptar a la cachorrita. Y así fue como el animal pasó de vagabunda pulgosa a la miembro de la familia. Con la protección y compañía que le brindó al anciano durante una noche se había ganado el cielo. Por eso la bautizaron como Estrella. Porque ella fue la buena estrella de Francisco en aquella noche oscura. "La he acogido porque para mí es una bendición. La bendeciré toda la vida", dice María Gracia.
Tras el rescate, Francisco fue llevado al hospital y Estrella a un veterinario. A él lo atendieron y curaron sus heridas. A ella le quitaron las pulgas, y durante tres días, le limpiaron, cortaron las uñas y curaron su piel. Ya viven juntos para siempre. El reencuentro se produjo en la finca en Peñíscola de uno de sus cinco hijos, a donde fue trasladado el anciano para terminar sus vacaciones. Hasta allí le llevaron a la perrita después de que saliera de la residencia de animales de Burriana. Fue el lunes. "Se bajó del coche y, aunque había gente alrededor, la cachorrita se fue directamente hacia él. Hacia mi padre [como si lo conociera de toda una vida]. Lo primero que hizo fue lamerle las rodillas lastimadas", comenta María Gracia, quien asegura que no contuvo el llanto al ver esa emotiva escena y se apartó. Francisco pidió que le dieran de comer. Y Estrella se acomodó a su lado sin moverse.Por ahora la Policía Local indaga la procedencia de la perrita. Si la han abandonado. O si alguna perra ha parido en el campo y ha crecido sola. "Se nota que no ha estado con nadie", señala María Gracia.De guardia civil a carpintero. Y del cáncer al AlzhéimerDe él, Francisco Núñez, sí se sabe todo. Nació en Benamejí (Córdoba). De joven se fue a Barcelona, donde conoció a Pilar, su esposa y madre de sus hijos. Se hizo guardia civil. Durante 10 años. Hasta que se retiró tras sufrir un accidente de moto. Más tarde montó una empresa de carpintería y trabajó con maderas y muebles hasta que se jubiló, hace una década. Entonces, Francisco y su esposa decidieron ir a vivir en Cálig. En una casita donde ellos están bajo el cuidado de Rosa, la hija menor. Pero las cosas se pusieron oscuras cuando al anciano le detectaron cáncer en la cabeza (dos veces operado) y demencia senil. Y aunque se había "recuperado de todo eso", hace un año y medio le detectaron Alzhéimer. Dice su hija mayor. "Mi madre lo pasa muy mal", confiesa.Rosa, su otra hija, asegura que "Francisco está muy desamparado por la comunidad valenciana". La pensión que recibe de 800 euros no le alcanza para un residencia (que cuesta 1.800 euros una habitación sencilla). Y que las ayudas no llegan. "Quiero un centro donde lo puedan acoger y tratar su enfermedad... Es es muy injusto que no nos ayude nadie", afirma.A pesar de ello, Francisco vive feliz. No se entera de lo que pasa. Sólo recuerda cosas buenas. Y sus anécdotas felices. Ulíses, su perro, y Bimba, su gata están siempre con él. Ahora tendrá una mascota más: Estrella, una cosa buena para recordar. Le salvó la vida.
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No lloren babys, sean fuertes
El cuento 'feliz' de la perrita vagabunda y el anciano con Alzheimer Él, un anciano perdido en un huerto de naranjos. Con Alzheimer, medicado y pasando frío. Ella, una perrita vagabunda y llena de pulgas. Con sarna y desnutrida. Ambos desconocidos. Pero la noche del 30 de agosto, el destino los juntó. El termómetro había descendido hasta los 23 grados centígrados. Y mientras caminaba sin rumbo, el hombre, de 75 años, había quedado atrapado en el fango. Fue allí cuando la cachorrita se acercó a él para brindarle calor. Durante 15 horas a la intemperie. Hasta que la Policía Local los encontró a las afueras del municipio de Burriana (Castellón). Esta es la historia con un final feliz de Francisco, el anciano con Alzheimer y su buena Estrella, una perrita pitbull que lo abrigó en la madrugada sin separarse de él.La hija mayor de Francisco, María Gracia Núñez, nos cuenta que su padre llegó desde Cálig a Burriana para pasar unas vacaciones en su casa el pasado jueves. Esa tarde, a eso de las 17.30 horas, salió a la calle sin que nadie se percatara de él y comenzó a caminar. Sin rumbo. Y sin saber cómo volver. Enseguida, su esposa, Pilar Gómez, al darse cuenta de su ausencia empezó a buscarlo. Pero tomó otra dirección. La incorrecta. Al no encontrarlo, toda la familia se sumó a la búsqueda. Y en un municipio como Burriana, de 34.600 habitantes, inició un rastreo masivo: 1.000 bicicletas, 60 autos, familiares y amigos llamándolo por las calles. Nadie imaginó que Francisco había salido del pueblo por su propio pie.15 horas estuvo perdido. Acababa de amanecer el día siguiente cuando la Policía llegó al sitio donde se encontraba Francisco. Estaba con un leve grado hipotermia y lastimado, pero no estaba solo. Había pasado la noche entre naranjos y, sí, salvado por su buena Estrella. "Hemos encontrado a su padre... Tiene una mascota", le dijeron a María Gracia en una llamada telefónica. Ella se extrañó, porque la mascota de Francisco se llama Ulíses -un perro Boyero de Berna- y estaba en casa. Quienes rescataron al anciano insistieron. Había una perrita, de cuatro meses, que no quería separarse de él. Ni él de ella. E incluso se había metido a la ambulancia con el señor. Pero al no pertenecer a la familia, le indicaron que debían llevarla a la perrera. "¡No!, con esa perra me quedó yo", exclamó enseguida María Gracia, la hija, al conocer los detalles.El reencuentroLa familia decidió adoptar a la cachorrita. Y así fue como el animal pasó de vagabunda pulgosa a la miembro de la familia. Con la protección y compañía que le brindó al anciano durante una noche se había ganado el cielo. Por eso la bautizaron como Estrella. Porque ella fue la buena estrella de Francisco en aquella noche oscura. "La he acogido porque para mí es una bendición. La bendeciré toda la vida", dice María Gracia.
Tras el rescate, Francisco fue llevado al hospital y Estrella a un veterinario. A él lo atendieron y curaron sus heridas. A ella le quitaron las pulgas, y durante tres días, le limpiaron, cortaron las uñas y curaron su piel. Ya viven juntos para siempre. El reencuentro se produjo en la finca en Peñíscola de uno de sus cinco hijos, a donde fue trasladado el anciano para terminar sus vacaciones. Hasta allí le llevaron a la perrita después de que saliera de la residencia de animales de Burriana. Fue el lunes. "Se bajó del coche y, aunque había gente alrededor, la cachorrita se fue directamente hacia él. Hacia mi padre [como si lo conociera de toda una vida]. Lo primero que hizo fue lamerle las rodillas lastimadas", comenta María Gracia, quien asegura que no contuvo el llanto al ver esa emotiva escena y se apartó. Francisco pidió que le dieran de comer. Y Estrella se acomodó a su lado sin moverse.Por ahora la Policía Local indaga la procedencia de la perrita. Si la han abandonado. O si alguna perra ha parido en el campo y ha crecido sola. "Se nota que no ha estado con nadie", señala María Gracia.De guardia civil a carpintero. Y del cáncer al AlzhéimerDe él, Francisco Núñez, sí se sabe todo. Nació en Benamejí (Córdoba). De joven se fue a Barcelona, donde conoció a Pilar, su esposa y madre de sus hijos. Se hizo guardia civil. Durante 10 años. Hasta que se retiró tras sufrir un accidente de moto. Más tarde montó una empresa de carpintería y trabajó con maderas y muebles hasta que se jubiló, hace una década. Entonces, Francisco y su esposa decidieron ir a vivir en Cálig. En una casita donde ellos están bajo el cuidado de Rosa, la hija menor. Pero las cosas se pusieron oscuras cuando al anciano le detectaron cáncer en la cabeza (dos veces operado) y demencia senil. Y aunque se había "recuperado de todo eso", hace un año y medio le detectaron Alzhéimer. Dice su hija mayor. "Mi madre lo pasa muy mal", confiesa.Rosa, su otra hija, asegura que "Francisco está muy desamparado por la comunidad valenciana". La pensión que recibe de 800 euros no le alcanza para un residencia (que cuesta 1.800 euros una habitación sencilla). Y que las ayudas no llegan. "Quiero un centro donde lo puedan acoger y tratar su enfermedad... Es es muy injusto que no nos ayude nadie", afirma.A pesar de ello, Francisco vive feliz. No se entera de lo que pasa. Sólo recuerda cosas buenas. Y sus anécdotas felices. Ulíses, su perro, y Bimba, su gata están siempre con él. Ahora tendrá una mascota más: Estrella, una cosa buena para recordar. Le salvó la vida.
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No lloren babys, sean fuertes
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