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Hexenmeistern. Tercer batallón pesado experimental 0 1 972

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#1
07 May 21
Hacía ya mucho tiempo... Ahí va uno de mis fics, aún WIP.

El frente del este 

 
Las pasadas memorias de Erik, mi anfitrión, me enseñaron todo lo que pudiera necesitar saber sobre el ejército. Erik en algún momento justo antes de que la operación Gran Bifrost comenzase fue reclutado. Teniendo una familia militar Erik no iba a negarse al reclutamiento e ingresó de inmediato en las fuerzas terrestres. No era el mejor destino pero si era mucho mejor que estar desempleado, si consigues sobrevivir a la guerra durante un par de años luego puedes optar a un traslado a otro frente o incluso a un lugar “seguro”.
 Esto último no lo entendí mucho hasta que no profundicé en sus memorias; se supone que en esta época no hay ningún lugar seguro en toda Alemania, están próximos al final. Espero que no me toque en el frente del este, los rusos no fueron clementes con ninguno de los alemanes que lograron capturar.
 No lo entendí hasta que vi el primer “tanque” enemigo, tenía la forma; eso desde luego; pero para nada era un tanque. O al menos no era un tanque al uso. Era una especie de “organismo” de color negro brillante, parecía esmaltado, y algunos puntos de color rojo brillante. Sostenido por cuatro extrañas patas que se asemejaban más a las de un insecto que a unas patas mecánicas. El susodicho organismo me resultaba familiar. Con la asimilación de las memorias de Erik no conseguía recordar por qué el extraño organismo me resultaba familiar.
 Me quedé estupefacto mirando el extraño tanque con patas. Oía algo a lo lejos, algo o alguien me pedía, no, me ordenaba que me echara al suelo. Era como si la persona que me estuviera hablando lo estuviera haciendo a través de una pared y a varios metros de distancia.
 Algo paso volando justo por encima de mi cabeza a gran velocidad y a continuacion el extraño tanque insecto de color negro estallo en pedacitos en ua violenta explosion.
La onda expansiva me alcanzó de lleno mandándome a varios metros de donde me encontraba y de espaldas. En cuanto mi espalda y cabeza golpearon el suelo perdí la consciencia.
 Al poco tiempo abrí los ojos y me encontraba en otro lugar completamente distinto. El techo era de color verde apagado y era claramente de tela por lo que me debía de encontrar en el interior de una tienda de campaña.
Ladeé la cabeza para intentar tener una visión más amplia de mi alrededor, a mi izquierda había una cama vacía y a mi derecha una hilera más de camas igual de vacías. Estaba en un hospital de campaña y debía de ser el único imbécil que fue herido en combate. Que vergüenza, que te hieran mientras haces algo que pueda ser considerado heroico tiene un pase pero conseguir que te manden al hospital en tu primer encuentro con el enemigo sin haber llegado a disparar una sola bala… Me llevé la mano a la cara para tratar de ocultarla por la vergüenza sentida, y según mis manos rozaron la piel de mi cara sentí unas punzadas de dolor. 
Me reincorporé sobre la cama rápidamente para luego buscar en los enseres de mi mochila, situada al otro lado de la tienda de campaña; justo enfrente de la cama; para encontrar mi espejo de baño. Era una de las cosas que se suministraban como parte del equipamiento estándar de la Wehrmacht, cuando le preguntamos al oficial de intendencia, él simplemente nos dijo: “Ahora no os parece útil, pero cuando llevéis unos años aquí y os comience a salir la barba ya vereis como le cogeis cariño, tambien puede servir para mirar al exterior de la trinchera sin tener que asomar la cabeza.” Añadió eso último mientras nos guiñaba un ojo, como si nos hubiera dado un valiosísimo consejo. Ahora entiendo ese consejo y su cuasi infinito valor.
 Finalmente logré encontrar el dichoso espejo, miro el reflejo y suelto el cristal casi de inmediato asustado por la imagen que vi reflejada en él.
Mi cara y parte de mi pecho estaba salpicada por cientos de diminutos cortes, era como haber vuelto a la pubertad, solo que en vez de tener la cara plagada de granos la tenia plagada de puntitos de color rojo apagado y cortes aun con algo de sagre fresca. La cara y el pecho estaban bastante limpios pero aun así al moverme debieron de reabrirse dejando salir la sangre que había bajo la piel.
 Alguien entra en la tienda alarmado por el ruido del cristal cayendo al suelo. La persona es un oficial médico, tiene una cara amable. El doctor se agacha y recoge el espejo, “por suerte no está roto” dice el médico mientras me lo ofrece con una amplia sonrisa en la cara.
 -Disculpe,- miro a las insignias de rango y noto que es un oficial - señor. Pero, ¿podría decirme cómo es que he acabado en el hospital?-
-No te preocupes Gefreiter, muchos actúan como tú cuando ven por primera vez una tortuga.- Responde el médico en un tono casi paternal.
Ahora que lo recuerdo; Erik durante la instrucción lo hizo tan bien que le ascendieron un par de rangos, eso que me ha llamado ahora mismo; “Gefreiter” es algo así como soldado graduado o algo entre el soldado raso y el soldado de primera.
-Ahh, sí. Ya me acuerdo. No se parecía nada a cómo lo detallaron los libros de instrucción. Intentaba recordar dónde lo había visto antes. Alguien me gritaba que me echara al suelo y luego el enemigo estalló en pedacitos. Supongo que de ahí vienen los cortes en mi cara.-
El médico asiente. -En efecto. Tu oficial al mando te ordenó echarte al suelo para que el Sdkfz.250 de mando pudiera disparar el cañón de su afuste contra la tortuga y así eliminar la amenaza sin herirte en el proceso.-
-Entonces hoy he aprendido una lección muy valiosa. Gracias Doktor.-
-De nada Gefreiter, pero debo informarte de que eso ocurrió ayer.- responde el oficial médico bajando el tono.
-¿Ayer?- El doctor asiente. -¿Qué me ha llevado tanto tiempo recuperarme de una conmoción?-
-No lo sabemos. Pero tienes un cuerpo fuerte, cuando te trajeron al hospital tus heridas no eran tan severas. O bien posees una constitución que deberías agradecer a tus padres o bien tu oficial al mando ha exagerado un poco para que te curasémos rápido. Él aseguraba que podrías perder un ojo por ello. Y yo no veo problema alguno, te quedarán marcas, eso sí. Pero nada grave.-
-Ya veo… Muchas gracias Doktor. Ahora debo recoger mis cosas para reincorporarme con mi pelotón.-
-No olvides agradecer a tus padres en tu próxima carta.- Añade al doctor con su sonrisa reinstaurada.
-Eso no será posible señor, ambos están desaparecidos desde el inicio de la operación de evacuación.- 
-Ohh. Lo siento Gefreiter. No quería que recordara malos recuerdos. Que tenga un buen dia Gefreiter.-
-Igualmente Doktor.-
 Me apresuro por recoger mis cosas para dejar la tienda médica lo más pronto posible y reunirme con mi pelotón. Llevan un día sin mí, y por como me lo ha relatado el Doktor parece que podrían estar preocupados.
 Me aproximo al semioruga “Alte” que pertenece al oficial al mando de nuestra unidad.
El joven suboficial alza la cabeza al ser proyectada mi sombra sobre su mapa, el joven sonríe.
Me cuadro y saludo de manera marcial.
-Se presenta el Gefreiter Erik Hozzel, ya recuperado y preparado para volver al servicio activo.- Informo con una sonrisa.
-Bien, me alegro de que estés bien. Ahora es cuando tomas asiento, y aguantas pacientemente la bronca. Porque como cadete prometedor no voy a esperar que el líder de tu escuadra te aleccione, lo haré yo mismo.-
-Si Herr, Feldwebel Haase.- 
 La lección se puede resumir en una bronca de unos veinte minutos en la que el suboficial explica detalladamente por qué cuando se te ordena que te eches al suelo tú debes hacerlo de inmediato. Usando argumentos razonables y lógicos y sin tener que recurrir al “porque yo así te lo ordeno”.
 -Por último, y como es tu primera infracción. No voy a mandarte al calabozo. Eso sería un desperdicio, en vez de eso tú y tu escuadra iréis los primeros cada vez que haya que explorar o adelantarse a la posición al menos por dos semanas. Así entenderás la peligrosidad de lo que hiciste ayer y se te quitarán las ganas de volverlo a hacer.- Añade e informa el suboficial con una tenebrosa sonrisa en la cara.
-Pero Herr Feldwebel, mi escuadra no tiene la culpa del incidente. Solo yo debería tomar el castigo.-
-No, Erik, no. Y te diré por que; tu escuadra y tú sois una familia, en una situación de peligro deberiais estar juntos y protegeros mutuamente. El castigo también es para ellos porque permitieron que te expusieras al peligro adelantándote a la línea de exploración en vez de mantenerte con el resto. Si tu has de aprender, ellos también. Y ahora vuelve con tu escuadra; deben de estar en su Sdkfz.250.- Me hace un gesto con la mano para que me aleje. Querrá seguir inspeccionando sus mapas.
 Me alejo del suboficial después de despedirme con otro saludo marcial.
 Ahora veamos, por qué estar en la unidad que va primero a explorar es tan malo. Mi unidad es una Gepanzerte Aufklärungs, eso quiere decir que somos una unidad de infantería mecanizada pero dedicada a la exploración y el bateo de los alrededores de la compañía con la que vamos.
Es una unidad pequeña, pero tenemos que cubrir suficiente zona como para que el resto de la compañía se sienta segura con nosotros. Por decirlo de otro modo; nosotros somos los “pringados” que vans delante, pero delante incluso de los panzers. Somos la punta de lanza. Nosotros marcamos los objetivos y las amenazas, los senderos y las trampas y posibles inconvenientes para que el resto de la compañía pueda avanzar con seguridad.
Somos una parte importante de la compañía pero aun así somos una parte muy pequeña.
Mi unidad está formada por seis escuadras cada una con su transporte semioruga Sdkfz. 250.
A la vez el mando, que está formado por el Feldwebel Haase y sus dos ayudantes; tienen el mismo transporte solo que la MG-42 fue sustituida por un cañón Pak 36, o lo que es lo mismo un cañón antitanque de 37 milímetros. El mismo que destruyó al tanque cuadrúpedo que me encontré en el bosque ayer.
 Mi escuadra está formada por los personajes más variopintos que te puedas echar a la cara. Hay uno que ni siquiera es de nuestro país, “mi nuevo país”. Es de un país vecino que fue golpeado por este enemigo antes que el nuestro y al que se le ofreció asilo. Esta persona se negó junto con muchos otros ciudadanos de este país vecino y pidieron entrar en nuestras gloriosas fuerzas armadas en su lugar para poder vengarse. Cosa que aceptamos, siempre viene bien tener más soldados.
Pues bien tenemos a Kurt Schreiber, Unteroffizier, el “jefe” de nuestra escuadra.
Después tenemos a Friedrich Kalt, Obersoldat, ayudante de Kurt y la persona más lameculos que puedas haber visto en tu vida.
El siguiente es Uwe Berger ,Soldat, un tipo callado pero a la vez un entusiasta de las armas; se enfadó mucho cuando le dieron el arma de infantería y esta no era un rifle automático.
Le sigue Johann Krauss,Soldat, es el típico tío que no se calla ni debajo del agua; lo cual es un problema cuando estás en primera línea o adelantado a la misma y hay que estar en silencio. Es la persona que más golpes y reprimendas recibe no solo por parte de Kurt o el Feldwebel Haase sino por parte del resto del pelotón.
Ahora le toca a mi colega de trinchera y de fatigas: Eugen Koll, es un tipo bastante normal aunque eso es solo cuando estoy solo con él; si estamos el resto de la escuadra o el pelotón Eugen se convierte en el alma de la fiesta, intentando que todo el mundo esté a gusto. No sé por qué hace esto.
Finalmente estoy yo; Erik Hozzel, Gefreiter, debería haber al menos otro con mi mismo rango pero al parecer en mi escuadra no. Tengo poco que decir de mí. Ya me iréis conociendo.
 Me presento frente a mi escuadra, pronto Eugen me da la bienvenida. En cuanto el resto oye mi llegada salen del semioruga y de la tienda a recibirme.
 -Mira quien ha vuelto. El hijo pródigo.- Exclama Johann con su habitual bocaza.
-Johann. No te pases, Erik acaba de volver del hospital herido por unas heridas muy feas, me pregunto si tu hubieras sobrevivido siquiera a ello.- Responde Kurt.
-Johann no habría tenido ese problema porque no se habría adelantado al resto de la gente.- Se entromete Friedrich. Como estoy acaparando la atención de la persona a la que le lame el culo no puede evitar meterse conmigo.
-Me alegra que estés de vuelta, Erik. Necesito que me aconsejes sobre unas cosas. Después de la cena hablamos.- Este fué Uwe. Gracias a las memorias de mi anterior vida puedo reparar y/o trastear con aparatos electrónicos o mecánicos. Junto con la formación que recibimos en la instrucción del ejército soy capaz de modificar armas sin que exploten después. Esta es la razón por la cual Uwe me cogió cariño y puede que hasta respeto. Por sus queridas armas.
-Hola de nuevo equipo. Lamento el retraso.-
-No es culpa tuya es culpa de la naturaleza.- Responde jocoso Friedrich. Le echo una mirada amenazante, por llamarme subnormal.
-O de tu madre, no podía ser muy inteligente ir de acá para allá siendo solo una enfermera.- Responde Johann tratando de hacer la gracia. Le partiria la cara. De hecho el dueño original del cuerpo no lo habría dudado. Yo ignoro este impulso y simplemente disipo su duda acerca de mi progenitora haciendo uso de las memorias de Erik.
-Pues no. Mi madre, Paula, era una Sturzkampfflugzeug. Y desapareció durante la operación de evacuación. Pero gracias por recordármelo, Johann.- Bajo la cabeza y simulo un poco de pena. La verdad es que si que era una pena que no hubiera podido conocerla y solo la tuviera en las memorias de Erik.
-Oh. Lo siento, Erik, no era mi intención. No lo sabía.- Responde Johann alarmado y avergonzado por lo que acababa de decir.
-No podías, nunca os conté acerca de mis padres. Y ahora vamos a cenar que tengo hambre.-
 La cena no fue nada remarcable, la misma bazofia de dudosa comestibilidad de todos los días; supuestamente testada por alguien que debe de saber del tema como una comida equilibrada con los nutrientes necesarios para seguir luchando.
 Acabamos la cena y todos nos fuimos a dormir y reponer fuerzas, ya que mañana iremos de avanzadilla al resto a explorar el frente.
Me desvesti y dejé mis pertenencias en un rincón de la tienda, luego doble la camisa interior de repuesto y la coloque bajo la cabeza para que me sirviera de almohada. Cerré los ojos y comencé a soñar. Y por culpa de todo lo que me había pasado hoy soñé con el extraño día en que llegue a este mundo.

 

 
Después de esperar casi un año, por fin se celebra un salón del manga en mi ciudad. Con la pandemia y el aislamiento todas las festividades y eventos fueron aplazados indefinidamente.
 Me levanto de la cama en cuanto suena la alarma como si tuviera un resorte en el culo que me permitiera salir de un salto de entre las sábanas.
Hoy es el día. Hoy es un día para disfrutar, hoy nada puede salir mal. Me visto y desayuno rápidamente para tomar el transporte público e ir al lugar de la convención.
 Antes de salir de casa chequeo mi equipo una vez más.
 Tengo todo preparado para ir y pasarlo genial. Mi equipo preparado incluye una mochila casi vacía; para llenarla con lo que pueda comprar en la convención; contiene dos botellas grandes de agua fresca para beber, un paquete de galletas. Además de la mochila llevo; las entradas con el colgante de acreditación, la cartera con dinero; las tarjetas de crédito y mi identificación, las llaves de mi casa para poder volver a entrar en mi casa y el teléfono móvil.
Salgo de mi casa excitado por el día que me queda por delante.
 Llegó al transporte público y, tras unos intercambios, logró llegar al lugar en el que se dará lugar la convención.
Hay una cola que llega casi hasta la parada del bus, me apresuro por tomar el lugar de inmediato. Es muy pronto aún y no hace tanto calor como se estima que hará a lo largo del día, pero aun así la cola avanza rápido; pues llevo apenas unos minutos en ella y ya estoy a la mitad de la misma.
 En unos minutos más logró llegar a la cabeza de la cola, unas personas de organización están apostados en la puerta del recinto para evitar que nadie se cuele. Llevan unos dispositivos que parecen lectores de código de barras, saco mis entradas y noto como tienen un código de barras impreso. Al llegar a la puerta me piden las entradas, las entregó y pasan los lectores sobre las dos; después de chequear algo en sus teléfonos móviles asienten y me dan una pulsera de plástico de color verde. La pulsera tiene un cierre de tal manera que una vez abrochado ya no puedes quitarte la pulsera sin romperla.
 Una vez dentro del recinto guardo las entradas en la cartera para que me puedan servir de comprobante en un futuro para por si acaso.
Comienzo a andar por la zona para reconocer el ambiente y todos los edificios del recinto.
He quedado con un colega dentro del propio recinto pero por temas de trabajo se incorporará después de la hora de comer.
Encuentro algunas de las tiendas de figuritas, parches y demás merchandise de animes.
Me pierdo entre ella mirando cada objeto a la venta para elegir el que más me guste o atraiga.
 Tras un tiempo de exploración paro un momento para beber agua, algo capta mi atención. Una serie de anime de mis favoritas tiene un stand entero, aunque parece ser ignorada por la gente. Que mainstreamers, se dejan llevar por las modas del momento. Al acabar de beber agua me dirijo a ese stand, en cuanto llego a las vitrinas de material no puedo evitar pegar la cara en ellas, el dependiente me llama la atención y yo le pregunto por un objeto en concreto que no tiene en la vitrina. Al chico se le ilumina la cara, debo de ser el primero que le pide algo así. Luego me pide que espere un momento y se va a lo que se podría llamar “trastienda”.
 Entonces siento un pinchazo en el pecho, seguido de una pequeña migraña más parecida a la sensación de dolor de cabeza y estupor que cuando te encuentras bajo los efectos del alcohol y la resaca a la vez.
Siento náuseas, luego pierdo el equilibrio y me caigo al suelo. Después nada. Todo se volvió negro.
 

 
 En algún momento de la noche me desvelo y doy la vuelta en la cama para buscar otra postura más confortable y continuar durmiendo. No entra nada de luz por la ventana de la habitación que ahora está a los pies de la cama, no le doy importancia y vuelvo a dormirme.
 
. . .
 Me suena la alarma del móvil, voy a echar mano del aparato cuando me doy cuenta de que ayer no lo saque de la mochila. Aun con los ojos a medio abrir me revuelvo en la cama, tratando de destapar lo menos posible; extiendo un brazo y agarro la mochila. 
 Me comienzo a desperezar. Vuelvo a tumbarme en la cama pero esta vez de lado para manejar el macuto. Alcanzo con la mano de forma perezosa mi mochila y extraigo de ella una botella de agua para calmar la sed mañanera.
 Tras unos minutos haciendo el vago todavía tumbado en la cama hago acopio de valor y me destapo para poder vestirme con la ropa que estaba extendida sobre la manta.
Una vez vestido me dirijo a la cocina para desayunar… Salgo de mi cuarto y giro en el pasillo para encontrarme con una pared, donde se suponía que debería estar el pasillo que llevase a la cocina había una pared. ¿Por qué? Debería haber un pasillo justo aquí, que debería conducir a la cocina. 
En vez de eso el pasillo continuaba en dirección contraria, luego tenía un giro a la izquierda y parecía continuar el pasillo. Esta no era mi casa, no me parecía un sueño; pero eso es lo que pasa con los sueños; no lo parecen hasta que te despiertas. Vuelvo a mi cuarto, ahora que me fijo tampoco es mi cuarto, luce antiguo y algo descuidado; más que mi propio cuarto real; el suelo es de madera, no tarima como en mi casa real.
Las paredes tienen un papel pintado de un tono “vintage”, no, en serio el estilo de esta habitación es más antiguo que la habitación de mis abuelos. En las paredes hay cuadros que nunca había visto, fijo la vista en mi cama y veo que claramente no es mi cama. 
Sin embargo, sobre el colchón hay una manta que se parece mucho a la mía y apoyada contra la pata de la cama está lo que parece mi mochila. Sin embargo no hay ni rastro del ordenador, mis estanterías, mis libros ni mis miniaturas.
Abro la mochila y compruebo su interior, todo parece normal.
 Cierro la cremallera de la mochila y me la echo a la espalda. Luego, temeroso pero emocionado por la exploración doblo la esquina del pasillo que sale de mi nuevo cuarto. El pasillo sigue unos metros antes de conducir a lo que parecen unas escaleras hacia abajo.
 Antes de llegar a las  escaleras hay dos puertas, no están exactamente una enfrente de la otra pero están bastante cerca. Me aproximo a la más cercana y abro la puerta sin preaviso pero situandome en el lado contrario de la abertura dejando que la propia puerta me cubra y oteo el interior a través de la ranura que ha dejado la puerta en el lado de las bisagras. Demasiados videojuegos, lo sé, pero es mi sueño y puedo hacer lo que me dé la gana.
 Termino de abrir la puerta y entro en la habitación pegandome rápidamente a la pared para evitar un posible ataque por la espalda. La habitación está vacía. Contiene una cama de matrimonio y está decorada con cuadros redondos en la pared del cabecero de la cama dos de estos cuadros contienen fotografías, hay una de un hombre a un lado sobre el cabecero de la cama y otra de una mujer al lado contrario del cabecero de la cama. Las fotos lucen antiguas y es más, están en blanco y negro; bueno; en blanco amarillento y negro.
 Justo a mi lado hay una cómoda con varios cajones, no se que puedo encontrar de utilidad en una cómoda a parte de ropa interior. Pero mi alma gamer me obliga a registrar cada rincón de la habitación en busca de loot.
Lo esperado; calzoncillos, bragas y calcetines. Dejo todo como me lo encontré, si en un futuro próximo necesito algo entonces volveré a por algunos. 
 Salgo de la habitación y repito el proceso con la otra habitación. Es sólo un almacén, hay toallas y sábanas, también hay un pequeño y modesto botiquín. 
Desanimado por el insulso loot bajo las escaleras pensando por una parte que pueda haber en la planta inferior y por otra cuán incómodo debe de ser tener que bajar las escaleras cuando te estés meando en mitad de la noche. ¿Por qué no hay un baño en la parte de arriba?
 Acabo de bajar el primer tramo de escaleras, ahora gira hacia la izquierda de nuevo y continúa bajando, me paro en este pequeño rellano agachado mientras compruebo tanto el silencio como la estancia que se abre justamente tras los barrotes del pasamanos de la escalera y donde terminan los escalones de la propia escalera en la que estoy.
De nuevo, muchos videojuegos. Pero si no fuese por ellos no sabría como actuar cautelosamente.
 Tras unos segundos emprendo la bajada de nuevo, al llegar al final de la escalera me cubro con una de las puertas a modo de parapeto como hice antes en la planta superior y observo el resto de la estancia con la espalda a cubierto.
Se trata de un pasillo que da a un recibidor situado justo debajo de las escaleras con una puerta que dará justamente a la calle. Es una casa muy compacta por lo que estoy viendo.
Al lado de la puerta del recibidor hay una puerta debidamente disfrazada con la misma madera que cubre las paredes del pasillo de acceso, esa puerta debe ser de una alacena situada debajo de las escaleras; otra manera de aprovechar el espacio en una casa compacta. En el lado contrario y, de nuevo no exactamente enfrente de la alacena, había otra puerta. Rápidamente echo un vistazo a mi espalda a través de la ranura que la puerta deja con el marco en el lado de las bisagras, la sala a mi espalda es la cocina por lo que la otra puerta debe de ser el salón; toda buena casa debe tener un salón.
 Sin pensarlo dos veces y con el hambre apretando el estomago entro en la recién descubierta cocina. Escaneo paredes, mesa y fogones varias veces para evitar dejarme algo pero, no, está completamente vacía.
 Desanimado salgo de la cocina y me dispongo para registrar el salón. Abro la puerta repitiendo procedimiento, luego miro por la ranura y, por último accedo a la estancia. El salon no parece vacío, parece saqueado; la mesa del salon tiene el mantel de tela que otrora debía ser blanco, suave y liso ahora es amarillento y raído; está recogido, o mejor dicho apartado y amontonado en uno de los lados de la mesa para dejar espacio para unas cajas de madera cuyos tablones estaban ahora casi deshechos por el tiempo y la humedad. Las sillas están tiradas a ambos lados de la mesa. Al otro lado del salón hay una chimenea de ladrillos y una mesa baja con dos mecedoras a ambos lados de la mesa. Debe de ser donde toman el té, café, chocolate o se emborrachaban los dos inquilinos habituales de la casa; los mismos de las fotos de la pared de la habitación con la cama de matrimonio en el piso superior.
 Mire por donde mire no veo electrodomésticos, radio, equipo de música o televisión. No se que haría la pareja que vivía en la casa para pasar el tiempo. Aunque teniendo en cuenta lo abandonada que se veía la vivienda probablemente todos los aparatos electrónicos de la casa fueron posiblemente robados o los dueños de la casa se los llevaron consigo cuando se fueron.
 Viendo que no hay nada de utilidad que sacar de esta parte del salón, voy a la mesa con el mantel raído, tenía unas cajas de madera sobre ella; algo contendrán.
Me asomo a una de las cajas, ahora que lo noto; tengo que coger la caja y arrastrala hasta el borde de la mesa para poder ver lo que hay en el interior. ¿Soy ahora más bajo o sólo me lo parece a mi? En fin, qué más dá los sueños son siempre raros.
 La caja contiene latas, latas de lo que parece comida en conserva. También hay tarros con lo que parecen frutos y algo de carne y pescado, sin embargo hay pocos; la caja debía de contener al menos cuatro veces más. También hay que decir que los tarros que se ven en malas condiciones, no se puede decir lo mismo de las latas, pero a saber, como están cerradas no lo sabrás hasta abrirlas.
En la otra caja hay una especie de contenedor cilíndrico y lo que queda de dos armas de fuego. Y digo lo que queda porque a pesar de no saber de armas estas se veían en pésimas condiciones.
Tomo una de las armas, es una MP-40 o lo que queda de ella, no sé como; pero puedo saber qué es exactamente, lo que le pasa y cómo arreglarla con partes del otro arma que también es del mismo modelo. No sé si la persona que puso esta caja sobre esta mesa tenía la misma idea que yo y quería arreglar una de las armas o si la caja contenía más armas y ya se llevó las que sí funcionaban. Con una rapidez y maestría que sólo tendrían sentido si esto fuera un sueño desmonto las dos armas y vuelvo a montar completamente un solo subfusil con las piezas de ambas armas. Luego y sin pensar abro el contenedor cilíndrico desenroscando una de las tapas de un extremo y vuelco su contenido en el ahora vacío fondo de la caja de armas. Balas, decenas de ellas y todas del mismo calibre. Tomo unas cuantas con la mano derecha y comienzo a meterlas en el cargador de una de las dos MP-40, relleno un cargador y comienzo con el otro. Luego introduzco uno de los cargadores en su ranura y amartillo el arma. 
No se porqué pero con un arma en las manos me siento más cómodo, no seguro, sino comodo. Nunca he usado un arma, lo juro. En mi país las armas están prohibidas a menos que tengas licencia de armas o pertenezcas a la policía o el ejército. A pesar de ello tengo la extraña sensación de que puedo manejar el arma en casi cualquier situación, arreglarla como hace unos segundos y darle mantenimiento como si fuera mía o como si hubiera tenido un entrenamiento previo.
 Una idea que me vino a la cabeza fue la de pegar o unir de alguna manera los dos cargadores para que la recarga fuese más rápida, ¿pero para qué perder el tiempo en eso? Saldré por la puerta de esta casa y me despertaré, o eso o me daré un paseo por el vecindario y tarde o temprano acabaré despertando.
 Tomé el arma, no tenía sujeciones o cincha alguna por lo que debía llevarla directamente en las manos, metí el otro cargador en uno de los bolsillos de la chaqueta y rellene el cilindro con las balas restantes, luego lo introduje en el bolsillo donde iba la botella de agua, la cual coloqué en otro compartimento en el interior de la mochila.
Por último me eche de nuevo la mochila a la espalda y abrí la puerta de la calle con una mano mientras sostenía el subfusil con la otra.
El sol coloreaba el cielo en un tono anaranjado, es curioso que en el sueño estuviera atardeciendo; claramente eran los colores en los que se torna el cielo cuando atardece.
Bueno, que más da, es un sueño. 
Salgo de la casa con aire decidido y sin saber qué me deparará el futuro, sentía algo de hambre pero decidí ignorarlo; sabía que eran señales de mi subconsciente que me avisaban de la urgencia de ir al baño, hambre o frío incluso cuando estuviera soñando pero ya tendría tiempo de calmar el hambre cuando me despertase.
La casa estaba rodeada por una valla de madera baja, hecha con tablones. Un trabajo muy bonito, barnizada con un barniz oscuro que junto con los detalles de flores grabadas en la madera le daban realmente un aire muy pintoresco.
Justo delante de la entrada de la casa había un camino con baldosas de piedra gruesa para evitar pisar la hierba, que había crecido a lo salvaje y ahora el jardín parecía un paraje del prado.
No se como era antes pero ahora estaba claramente descuidado, sin uso y sobre crecido.
 Abrí la puerta de la valla, casi me quedo con el pestillo de la puerta en la mano, el paso del tiempo en completo abandono del lugar condujeron a un deterioro completo de la puerta en sí y todas sus partes.
Con cuidado abrí la pequeña puerta apartandola con cariño hacia un lado.
 Ya podía ver la calle desde la puerta de la casa antes de salir de la misma, pero sentir el exterior directamente era otra cosa muy distinta. La calle presentaba también un buen deterioro, estaba fracturada cada pocos metros en estructuras irregulares, tenía algunos cráteres y lo que parecían marcas de quemaduras.
 Camino por la calle sin rumbo alguno pero tratando de recordar el camino seguido. No es que importe mucho ya que me despertaré en algún momento indeterminado pero es algo que ya hago por costumbre.
Continúo mi paseo por las derruidas y abandonadas calles de este pintoresco y desconocido pueblo.
 
. . .
 No; ahora en serio; tengo hambre, sed y algo de sueño. Tener sed o hambre en un sueño no es habitual pero se puede dar. Pero no puedes tener sueño en un sueño porque el cuerpo ya está en estado de relajación total.
Vuelvo a la casa de la que partí. Todo sigue igual. Nada ha cambiado siquiera un poco, bueno un poco si; el sol se ha escondido completamente en el horizonte y ahora es de noche, además hace frío.
Empiezo a sentir un poco de ansiedad, necesito despertarme, ya tuve suficiente de esto. Tengo que despertar, desayunar y preparar el equipo para el lunes ir a trabajar.
Entonces una idea cruza mi mente, no me hace mucha gracia pues el hecho de auto lesionarse nunca me ha parecido nada normal. 
La idea es la siguiente; como el cerebro está diseñado para re-activarse o desactivarse cuando el cuerpo sufre un shock voy a tratar de forzar un shock de esos para forzar el despertar.
Entré de nuevo en la casa y cerré la puerta tras de mí, luego dejé mis cosas en el suelo junto a la puerta que acababa de cerrar y corrí sin pensar hacia el otro lado del pasillo, la idea (mala), era correr contra la pared y golpear con la cabeza el muro con la esperanza de que eso causara un daño suficiente como para activar los procesos de re-activación del cerebro.
Corrí sin pensar hasta la pared y sin detenerme baje levemente la cabeza para que el lóbulo frontal golpeara contra el muro. Funcionó, sentí la descarga de adrenalina y endorfinas que segrega el sistema linfático para mitigar el dolor en el momento del impacto y luego el mundo se volvió negro.
 
. . .
 Abrí los ojos y lo primero que sentí no fue sueño o alivio, sino un tremendo dolor proveniente de la frente. Traté de ponerme de pie para averiguar donde estaba, di una vuelta sobre mi mismo quedando mirando contra el suelo; un suelo de madera oscura ennegrecida por el tiempo y el abandono. 
Intenté ponerme de pie pero el equilibrio me falló y caí al suelo antes de poder erguirme del todo.
Entonces anduve a gatas hasta la escalera para sentarme allí y tratar de pensar por qué no me había despertado después de tan tremendo golpe.
 Tras unos minutos y, aplicando la navaja de Occam, llegué a la conclusión de que por muy inverosímil y extraña que fuera la situación, ayer me acosté en mi cama y mi casa y hoy me había despertado en otra cama en otra casa y a saber dónde estaba esa casa.
 Espera, yo no llegué a acostarme ayer, ¿o sí? ¿Qué está pasando? La única cosa clara era que ahora estaba varado en un lugar que no conocía de nada.
 Gasté unos minutos en maldecir y lanzar todos los insultos que me sabía para desahogarme ante tan desdichada situación.
 Y ahora… Ahora tenía que decidir qué iba a hacer a continuación.
  

 
Algo me agita con suavidad pero contundencia a la vez, no sé como explicarlo bien pero es lo suficientemente suave como para no hacerme daño pero lo suficientemente enérgico como para despertarme. Abro los ojos aturdido y entre la oscuridad puedo distinguir la figura de Eugen que trata de despertarme.
Otra vez, otra vez he soñado con el traumático día en el que llegué a este extraño mundo. Que sigo sin saber por que me resulta tan familiar.
Me preparo adecuadamente para el nuevo dia. Tomo mis armas y salgo de la tienda, allí ya nos espera nuestro infatigable compañero de viaje; Eber; el SdKfz.250. Abordo el vehículo junto con mis hermanos de armas y dejo que me lleve a la zona que debemos explorar hoy.

 

Sacado directamente de mi drive y pegado aquí. Espero que aquí se lea mas que en FanFiction y Wattpad. Disfrutadlo y decidme si os gusta para postear mas capis.
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