Bueno, vengo a contaros una experiencia que he estado viviendo este tiempo porque necesito compartirlo. Será largo.
Como muchos sabéis, estoy en tercero de la carrera de Educación Infantil. Cada año se hacen prácticas y a mí este año me tocó en parvulario, así que fui a un colegio. El centro lo escogí yo y mis motivos tuve. Pero a pesar de que tenía mala fama, jamás pensé que iba a encontrarme con lo que viví allí.
A mí me acogieron bien. Me costó hacerme un hueco porque me cuestan las relaciones sociales y el equipo docente en general no es muy acogedor de buenas a primeras. Pero en cuanto empecé a soltarme, todos, incluidos los maestros de primaria, me trataban como si fuera una trabajadora de allí. En serio, a veces me olvidaba de que era una simple estudiante de prácticas.
Nada más llegar, el que sería mi tutor, me empezó a hablar pestes del profesor de música. Parecía el profesor más negligente del mundo... Y solo me faltó ver su actuación durante la primera clase que tuvo con mis niños en mi periodo de prácticas. Él cometió un par de fallos y yo pensé: "Buf, mi tutor tiene razón: este hombre es un inútil". Pero no me permití el sentenciarlo: me dije que tenía que dejar los prejuicios y me di la oportunidad de conocerlo.
Poco a poco, fui viendo cómo el profesorado en general lo criticaban por la espalda, porque decían que no hacía nunca nada, que no se implicaba y no sé qué. Pero no me llamó especialmente la atención: realmente parecía eso y es lógico que hablen mal, en ese caso.
Durante los períodos de prácticas se hace lo que se conoce como "intervención", que es programar una serie de actividades sobre un tema en concreto y llevarlas a cabo con tu clase. Por circunstancias varias, yo decidí hacer mi intervención sobre música. Tras hablar con mi profesora de didáctica de la música de la universidad para que me ayudara, me aconsejó que hablara con el especialista de música del colegio. Lo pillé por banda y cuando le conté la situación, me dijo que era un tema muy largo de hablar, pero que él estaba dispuesto a quedar conmigo en una hora en la que daba clase con la ayuda de profesores externos, porque ahí podía faltar, y que tendríamos media horita para hablar.
Llegué el día que quedamos, que era un miércoles (después del periodo intensivo de prácticas solo vas un día y yo iba los jueves). Le pregunté a la secretaria dónde estaba Javi (nombre ficticio) y me dijo que no sabía ni quién era. No lo supo ni siquiera diciéndole que era el especialista de música. Eso ya me chocó.
Total, que al final lo encuentro y estuvimos tan a gusto que, en vez de estarse media hora, se estuvo la hora entera conmigo, ayudándome, dándome consejos. Perdió una hora de trabajo por mí, que no me conocía de nada (solo había hecho dos clases de música con él). Y no solo eso: también se ofreció a revisarme la intervención, corregirme errores, prestarme material o instrumentos musicales, conseguirme instrumentos que yo no tuviera y que no estuvieran en el colegio... Ahí empecé a conocer la verdadera persona que había tras Javi.
Al día siguiente fui a las prácticas. En un momento en el que varios profesores estábamos en el vestíbulo colgando unos materiales, él pasó por entre nosotros, cargado con un tambor. El tambor se enganchó a mi pantalón y yo me aparté para desengancharlo. Fui a decirle hola, pero vi cómo movía su mano para apartar el tambor, sin girarse ni nada. Pensé: "joder, qué raro". Volvió a pasar y cuando pasó por mi lado le dije: "¡Hola, Javi!", con una sonrisa en la cara. Se giró y en su cara tenía un gesto de extrañarse porque alguien le había hablado. No solo eso: tenía muy mala cara y unas ojeras enormes. Cuando se giró y se dio cuenta de que era yo quien lo había saludado, me sonrió súperfeliz y me contestó. Esa cara, os lo prometo, no la voy a olvidar en la vida. Se me cayó el alma a los pies de ver la ilusión que le hizo solamente que le dijera hola.
Entonces empecé a fijarme bien en la situación. Javi pasó varias veces por entre nosotros y parecía un fantasma. Nadie le decía nada. Yo si fuera compañera de él, le hubiera gastado una broma o algo, porque dio como seis viajes. Pero nada, era como si no existiera. Hasta que, de repente, una de las profesoras, que además está en el equipo directivo, le habló. Perdón, le gritó, y todo porque se ve que él la había estado buscando por la mañana para decirle algo y a ella no le pareció de buen gusto. Yo a esa profesora la conocía bastante y era majísima, así que me extrañó esa reacción. Y más la respuesta de Javi, que cabizbajo aceptaba los gritos de su compañera.
A partir de ahí fue cuando empecé a sospechar del acoso laboral sobre Javi. Desde ese día, me puse a observar y analizar cada cosa que sucedía en relación a él, porque solo con eso no puedes lanzar una acusación tan grave. Yo veía en él conductas que me llamaban la atención, como que en los recreos, habiendo tantos profesores como había, siempre se arrimaba a mí a hablarme aunque solo dispusiera de cinco minutos antes de marcharse a clase. Me percaté de que cada vez se arrimaba más a mí porque era casi la única que lo trataba bien y él se sentía a gusto conmigo. Poco a poco fuimos tomándonos cariño.
Pasaron unas cuantas cosas más. Yo tomé la postura de ayudarlo en todo lo que pudiera. No podía hacer mucho: si fuera compañera sí, pero al ser solamente una practiquera... Lo tenía muy difícil, porque no solo me iba a perjudicar yo, sino que además lo podría perjudicar a él: yo me voy, pero él se queda. Varias veces al llegar a casa me derrumbaba y lloraba de la impotencia de no poder hacer nada frente a la injusticia... ¡Todo un colegio en contra de un profesor! En un lugar donde se supone que deben frenar el acoso escolar, los mismos profesores lo ponían en práctica entre ellos... Y encima con una persona que, os lo prometo, es de lo más adorable que me he encontrado yo en años. Una profesora a la que también tienen un pelín marginada aunque la aceptan y la quieren, me dijo literalmente: "Javi es de esas personas de las que ya no quedan: es una persona maravillosa".
Pero es que los profesores estaban obsesionados con él. En las reuniones a las que él no asistía (al ser especialista, a menos que sea claustro, no debe asistir) siempre lo nombraban para criticarle algo: cuando no era su actuación, era el aula de música (que ni siquiera depende de él), o si no él en sí. Impresionante. Al punto de que cuando le propuse a mi tutor hacer la intervención sobre música, después explicándole la cuestión a otra profesora, le dijo que yo había escogido este tema "porque a Javi le parecía bien o no sé qué"... Mentira: yo le conté que lo había escogido porque a mis niños les motivaba mucho.
Además, si tenía dudas sobre lo que estaba pasando, por aquello de que es raro todo un profesorado en contra de una persona, solo tenía que ver cómo se le tiraban encima los niños para darle besos y abrazos. Yo creo que les quemaba la envidia. El hecho de decir: nosotros tenemos el cariño de los peques estando cada día con ellos y parece que lo quieren más a él cuando apenas están con él una hora a la semana.
No sé, es que llegué a escuchar de una profesora que iba a proponer al equipo directivo que se rebajaran las horas de música, porque le parecía que hacían demasiada música los niños. Repito: una hora a la semana. Una hora a la semana en Educación Infantil son 30 minutos... 40 si tienes suerte y ese día van rapiditos; 20 minutos si ese día están demasiado alborotados. ¿Y hacían demasiado? O sea, ¿Tanto asco le tenéis que con tal de perderlo de vista durante más tiempo sois capaces de privar a los niños de aprendizaje musical? Me parece la hostia, vamos.
Y nada, sobre todo actos por la espalda, pero algunas cosas a la cara también. Especialmente, mi tutor le tenía muchísima manía. Y Javi lo sabía, pero aun así hacía el esfuerzo de arrimarse a él y hablarle, mientras mi tutor le correspondía como un hipócrita. De todos modos, él a mi tutor le tenía miedo (mi tutor era majo, pero tenía muy mal carácter y cero paciencia) y si sabía que tenía que decirle algo que le iba a sentar mal, primero me buscaba a mí para ver si lo podía ayudar yo y no tener que recurrir a él.
Cuando llegó el segundo periodo intensivo de prácticas y tuve que poner en práctica mi intervención, fui varias veces a hablar con Javi para pedirle consejo y para que me relajara, porque el día que estuvimos una hora hablando me dijo que la música se tenía que disfrutar y que si sentía que me agobiaba fuera a hablar con él (esto cuando no me conocía de nada, ya ves).
Digamos que se me notó el plumero, porque encima coincidió que hubo claustros y yo siempre me ponía al lado de Javi para protegerlo (delante de mí no le harían daño, él estaría más seguro y se sentiría capaz de aportar ideas para que después no lo criticaran por no hacer nada).
La última sesión de mi intervención la hice con Javi por aquello de que era el profesor de música (el resto, con mi tutor, que es lo que normalmente corresponde, pero es que mi tutor no me podía dejar más horas). Cuando acabamos, nos quedamos un rato en el patio hablando para "despedirnos" (a mí aún me quedaba un mes de prácticas, pero ya no coincidiría más en ninguna clase con él). Pues él me estaba haciendo un discurso bonito, hasta ofreciéndose para darme estrategias de mejora en la clase de música y tal, cuando de repente apareció mi tutor y nos vio hablando tan bien, que tuvo que interrumpir. De buenas, preguntándome qué tal me había ido, pero se le notaba que era una excusa.
Luego llegó un claustro en el que, antes de que él llegara, se pusieron a criticarlo ferozmente. Y cuando llegó, todo bien, claro, como falsos que eran todos. Javi iba desorientado porque nos habíamos dividido en pequeños grupos según una lista y me tuve que poner a explicarle YO, una chica de prácticas, que le tocaba con mi grupo y lo que teníamos que hacer. De órdago.
Pero es que después de eso estuvimos un rato hablando y fue ahí cuando se enteró de que ya no haría más música con él (es un poco empanado, sí... eso sí lo tiene, el hombre). Y cuando se enteró de que ya no estaría más con él en música, se mostró muy triste.
Llegados a las últimas semanas del curso, cuando lo veía por el patio, ni siquiera se me acercaba. Intentaba acercarme yo y me saludaba, pero enseguida agachaba la cabeza y tiraba para alante, casi sin mirarme. Me descolocó muchísimo. Llegué a pensar en dos posibilidades: que le hubieran dicho algo; que él se alejara por propia voluntad para no sufrir más. Es que el penúltimo día de prácticas tenía yo que ensayar para el examen de canto (el famoso del triángulo) y él pasó por mi lado, me escuchó cantar y no me dijo nada. Si eres profesor de música y escuchas cantar a alguien, sobre todo si conoces a ese alguien y te importa, algo le dices. Pero nada.
El último día de prácticas me negué en rotundo a irme sin hablar con él. Y fui y tuvimos una despedida preciosa, yo casi me echo a llorar delante de él. Nos intercambiamos correos y teléfonos por cualquier cosa.
Rato después mi tutor me daría las notas y yo entendería todo. Para que os hagáis una idea, a mí se me evaluaban 34 ítems y se tenían que valorar del 0 al 4. Mi tutor me puso todo 4 excepto tres ítems en los que me puso 3. Saqué un 8'5. Echad cuentas. ¿A que no sale? 3 ítems con 3 y 31 con la máxima nota... No tiene sentido. Hasta que vi los comentarios escritos. Me tiró la puyita de que me había sabido adaptar a la forma de trabajar del centro, de él y de Javi. Sí, y de la especialista de matemáticas, y de la de educación especial, y del resto de profesores de Infantil con los que alguna vez también he tenido que compartir clase. Pero a esos no los nombras, ¿verdad? Solo a Javi. O sea, que me castigó mi lealtad a Javi bajándome nota.
Pues, ¿sabéis qué? Me importa una mierda. Prefiero sacar un 8'5, que no es mala nota, a sacar un 9'5 y sentirme como una mierda abandonando a una persona que necesitaba apoyo, por poco que fuera. Si he podido hacer feliz a ratos a Javi, que bien merecido lo tiene, yo me doy por satisfecha con mi 8'5. Como si me hubiera querido suspender. ¡Que me suspenda! Pero yo no podía dejarlo de lado. Soy así. Mis principios me lo impiden; las injusticias me pueden. Y menos si él no se lo ha buscado (nadie se lo merece, pero si alguien provoca la situación, como que ya lo ves un poco diferente).
No puede ser que tengan a una persona ahí, criticada por la espalda, a la que tratan a gritos y con desprecios, a la que apartan y no ayudan en absoluto, sino que más bien entorpecen su actividad y luchan por sacárselo de encima sin pararse a comprender un poco su situación, a la que no hacen partícipe de las pequeñas fiestitas que se organizan entre ellos... Y encima, que el centro no destine recursos económicos a las clases de música. Y lo digo con conocimiento de causa: los instrumentos están hechos una mierda, no hay ninguno que se conserve en buenas condiciones. Y todo por ser quien es. Solo hay dos profesoras en todo el centro que lo tratan medio bien, que una es la marginada y la otra es nueva. Ya veremos si no sucumben con el tiempo.
Pero, ¿qué se puede esperar de un equipo docente que tuvo que recurrir a mediadores del ayuntamiento para que les ayudaran a llevarse bien entre todos y aun así no han solventado la situación? O sea, la relación entre todos ha mejorado, se llevan más o menos bien. Pero yo he vivido situaciones muy bestias de discurtirse a gritos en reuniones, de echarse culpas y cosas en cara, de no ceder ante nadie... En fin. Excepto con Javi. Con él parece que sí que van todos a una.
Así que, ya sabéis... Si tenéis a algún compañero de trabajo en alguna situación similar... Ayudadle. Recopilad pruebas y denunciad. Y si sois de prácticas o estáis de paso, como yo, ayudad a esas personas lo máximo que podáis. Cuidadlas en la medida de lo posible y alegradles los días en los que estéis vosotros. De verdad que por poco que sea, os lo agradecerán.
Como muchos sabéis, estoy en tercero de la carrera de Educación Infantil. Cada año se hacen prácticas y a mí este año me tocó en parvulario, así que fui a un colegio. El centro lo escogí yo y mis motivos tuve. Pero a pesar de que tenía mala fama, jamás pensé que iba a encontrarme con lo que viví allí.
A mí me acogieron bien. Me costó hacerme un hueco porque me cuestan las relaciones sociales y el equipo docente en general no es muy acogedor de buenas a primeras. Pero en cuanto empecé a soltarme, todos, incluidos los maestros de primaria, me trataban como si fuera una trabajadora de allí. En serio, a veces me olvidaba de que era una simple estudiante de prácticas.
Nada más llegar, el que sería mi tutor, me empezó a hablar pestes del profesor de música. Parecía el profesor más negligente del mundo... Y solo me faltó ver su actuación durante la primera clase que tuvo con mis niños en mi periodo de prácticas. Él cometió un par de fallos y yo pensé: "Buf, mi tutor tiene razón: este hombre es un inútil". Pero no me permití el sentenciarlo: me dije que tenía que dejar los prejuicios y me di la oportunidad de conocerlo.
Poco a poco, fui viendo cómo el profesorado en general lo criticaban por la espalda, porque decían que no hacía nunca nada, que no se implicaba y no sé qué. Pero no me llamó especialmente la atención: realmente parecía eso y es lógico que hablen mal, en ese caso.
Durante los períodos de prácticas se hace lo que se conoce como "intervención", que es programar una serie de actividades sobre un tema en concreto y llevarlas a cabo con tu clase. Por circunstancias varias, yo decidí hacer mi intervención sobre música. Tras hablar con mi profesora de didáctica de la música de la universidad para que me ayudara, me aconsejó que hablara con el especialista de música del colegio. Lo pillé por banda y cuando le conté la situación, me dijo que era un tema muy largo de hablar, pero que él estaba dispuesto a quedar conmigo en una hora en la que daba clase con la ayuda de profesores externos, porque ahí podía faltar, y que tendríamos media horita para hablar.
Llegué el día que quedamos, que era un miércoles (después del periodo intensivo de prácticas solo vas un día y yo iba los jueves). Le pregunté a la secretaria dónde estaba Javi (nombre ficticio) y me dijo que no sabía ni quién era. No lo supo ni siquiera diciéndole que era el especialista de música. Eso ya me chocó.
Total, que al final lo encuentro y estuvimos tan a gusto que, en vez de estarse media hora, se estuvo la hora entera conmigo, ayudándome, dándome consejos. Perdió una hora de trabajo por mí, que no me conocía de nada (solo había hecho dos clases de música con él). Y no solo eso: también se ofreció a revisarme la intervención, corregirme errores, prestarme material o instrumentos musicales, conseguirme instrumentos que yo no tuviera y que no estuvieran en el colegio... Ahí empecé a conocer la verdadera persona que había tras Javi.
Al día siguiente fui a las prácticas. En un momento en el que varios profesores estábamos en el vestíbulo colgando unos materiales, él pasó por entre nosotros, cargado con un tambor. El tambor se enganchó a mi pantalón y yo me aparté para desengancharlo. Fui a decirle hola, pero vi cómo movía su mano para apartar el tambor, sin girarse ni nada. Pensé: "joder, qué raro". Volvió a pasar y cuando pasó por mi lado le dije: "¡Hola, Javi!", con una sonrisa en la cara. Se giró y en su cara tenía un gesto de extrañarse porque alguien le había hablado. No solo eso: tenía muy mala cara y unas ojeras enormes. Cuando se giró y se dio cuenta de que era yo quien lo había saludado, me sonrió súperfeliz y me contestó. Esa cara, os lo prometo, no la voy a olvidar en la vida. Se me cayó el alma a los pies de ver la ilusión que le hizo solamente que le dijera hola.
Entonces empecé a fijarme bien en la situación. Javi pasó varias veces por entre nosotros y parecía un fantasma. Nadie le decía nada. Yo si fuera compañera de él, le hubiera gastado una broma o algo, porque dio como seis viajes. Pero nada, era como si no existiera. Hasta que, de repente, una de las profesoras, que además está en el equipo directivo, le habló. Perdón, le gritó, y todo porque se ve que él la había estado buscando por la mañana para decirle algo y a ella no le pareció de buen gusto. Yo a esa profesora la conocía bastante y era majísima, así que me extrañó esa reacción. Y más la respuesta de Javi, que cabizbajo aceptaba los gritos de su compañera.
A partir de ahí fue cuando empecé a sospechar del acoso laboral sobre Javi. Desde ese día, me puse a observar y analizar cada cosa que sucedía en relación a él, porque solo con eso no puedes lanzar una acusación tan grave. Yo veía en él conductas que me llamaban la atención, como que en los recreos, habiendo tantos profesores como había, siempre se arrimaba a mí a hablarme aunque solo dispusiera de cinco minutos antes de marcharse a clase. Me percaté de que cada vez se arrimaba más a mí porque era casi la única que lo trataba bien y él se sentía a gusto conmigo. Poco a poco fuimos tomándonos cariño.
Pasaron unas cuantas cosas más. Yo tomé la postura de ayudarlo en todo lo que pudiera. No podía hacer mucho: si fuera compañera sí, pero al ser solamente una practiquera... Lo tenía muy difícil, porque no solo me iba a perjudicar yo, sino que además lo podría perjudicar a él: yo me voy, pero él se queda. Varias veces al llegar a casa me derrumbaba y lloraba de la impotencia de no poder hacer nada frente a la injusticia... ¡Todo un colegio en contra de un profesor! En un lugar donde se supone que deben frenar el acoso escolar, los mismos profesores lo ponían en práctica entre ellos... Y encima con una persona que, os lo prometo, es de lo más adorable que me he encontrado yo en años. Una profesora a la que también tienen un pelín marginada aunque la aceptan y la quieren, me dijo literalmente: "Javi es de esas personas de las que ya no quedan: es una persona maravillosa".
Pero es que los profesores estaban obsesionados con él. En las reuniones a las que él no asistía (al ser especialista, a menos que sea claustro, no debe asistir) siempre lo nombraban para criticarle algo: cuando no era su actuación, era el aula de música (que ni siquiera depende de él), o si no él en sí. Impresionante. Al punto de que cuando le propuse a mi tutor hacer la intervención sobre música, después explicándole la cuestión a otra profesora, le dijo que yo había escogido este tema "porque a Javi le parecía bien o no sé qué"... Mentira: yo le conté que lo había escogido porque a mis niños les motivaba mucho.
Además, si tenía dudas sobre lo que estaba pasando, por aquello de que es raro todo un profesorado en contra de una persona, solo tenía que ver cómo se le tiraban encima los niños para darle besos y abrazos. Yo creo que les quemaba la envidia. El hecho de decir: nosotros tenemos el cariño de los peques estando cada día con ellos y parece que lo quieren más a él cuando apenas están con él una hora a la semana.
No sé, es que llegué a escuchar de una profesora que iba a proponer al equipo directivo que se rebajaran las horas de música, porque le parecía que hacían demasiada música los niños. Repito: una hora a la semana. Una hora a la semana en Educación Infantil son 30 minutos... 40 si tienes suerte y ese día van rapiditos; 20 minutos si ese día están demasiado alborotados. ¿Y hacían demasiado? O sea, ¿Tanto asco le tenéis que con tal de perderlo de vista durante más tiempo sois capaces de privar a los niños de aprendizaje musical? Me parece la hostia, vamos.
Y nada, sobre todo actos por la espalda, pero algunas cosas a la cara también. Especialmente, mi tutor le tenía muchísima manía. Y Javi lo sabía, pero aun así hacía el esfuerzo de arrimarse a él y hablarle, mientras mi tutor le correspondía como un hipócrita. De todos modos, él a mi tutor le tenía miedo (mi tutor era majo, pero tenía muy mal carácter y cero paciencia) y si sabía que tenía que decirle algo que le iba a sentar mal, primero me buscaba a mí para ver si lo podía ayudar yo y no tener que recurrir a él.
Cuando llegó el segundo periodo intensivo de prácticas y tuve que poner en práctica mi intervención, fui varias veces a hablar con Javi para pedirle consejo y para que me relajara, porque el día que estuvimos una hora hablando me dijo que la música se tenía que disfrutar y que si sentía que me agobiaba fuera a hablar con él (esto cuando no me conocía de nada, ya ves).
Digamos que se me notó el plumero, porque encima coincidió que hubo claustros y yo siempre me ponía al lado de Javi para protegerlo (delante de mí no le harían daño, él estaría más seguro y se sentiría capaz de aportar ideas para que después no lo criticaran por no hacer nada).
La última sesión de mi intervención la hice con Javi por aquello de que era el profesor de música (el resto, con mi tutor, que es lo que normalmente corresponde, pero es que mi tutor no me podía dejar más horas). Cuando acabamos, nos quedamos un rato en el patio hablando para "despedirnos" (a mí aún me quedaba un mes de prácticas, pero ya no coincidiría más en ninguna clase con él). Pues él me estaba haciendo un discurso bonito, hasta ofreciéndose para darme estrategias de mejora en la clase de música y tal, cuando de repente apareció mi tutor y nos vio hablando tan bien, que tuvo que interrumpir. De buenas, preguntándome qué tal me había ido, pero se le notaba que era una excusa.
Luego llegó un claustro en el que, antes de que él llegara, se pusieron a criticarlo ferozmente. Y cuando llegó, todo bien, claro, como falsos que eran todos. Javi iba desorientado porque nos habíamos dividido en pequeños grupos según una lista y me tuve que poner a explicarle YO, una chica de prácticas, que le tocaba con mi grupo y lo que teníamos que hacer. De órdago.
Pero es que después de eso estuvimos un rato hablando y fue ahí cuando se enteró de que ya no haría más música con él (es un poco empanado, sí... eso sí lo tiene, el hombre). Y cuando se enteró de que ya no estaría más con él en música, se mostró muy triste.
Llegados a las últimas semanas del curso, cuando lo veía por el patio, ni siquiera se me acercaba. Intentaba acercarme yo y me saludaba, pero enseguida agachaba la cabeza y tiraba para alante, casi sin mirarme. Me descolocó muchísimo. Llegué a pensar en dos posibilidades: que le hubieran dicho algo; que él se alejara por propia voluntad para no sufrir más. Es que el penúltimo día de prácticas tenía yo que ensayar para el examen de canto (el famoso del triángulo) y él pasó por mi lado, me escuchó cantar y no me dijo nada. Si eres profesor de música y escuchas cantar a alguien, sobre todo si conoces a ese alguien y te importa, algo le dices. Pero nada.
El último día de prácticas me negué en rotundo a irme sin hablar con él. Y fui y tuvimos una despedida preciosa, yo casi me echo a llorar delante de él. Nos intercambiamos correos y teléfonos por cualquier cosa.
Rato después mi tutor me daría las notas y yo entendería todo. Para que os hagáis una idea, a mí se me evaluaban 34 ítems y se tenían que valorar del 0 al 4. Mi tutor me puso todo 4 excepto tres ítems en los que me puso 3. Saqué un 8'5. Echad cuentas. ¿A que no sale? 3 ítems con 3 y 31 con la máxima nota... No tiene sentido. Hasta que vi los comentarios escritos. Me tiró la puyita de que me había sabido adaptar a la forma de trabajar del centro, de él y de Javi. Sí, y de la especialista de matemáticas, y de la de educación especial, y del resto de profesores de Infantil con los que alguna vez también he tenido que compartir clase. Pero a esos no los nombras, ¿verdad? Solo a Javi. O sea, que me castigó mi lealtad a Javi bajándome nota.
Pues, ¿sabéis qué? Me importa una mierda. Prefiero sacar un 8'5, que no es mala nota, a sacar un 9'5 y sentirme como una mierda abandonando a una persona que necesitaba apoyo, por poco que fuera. Si he podido hacer feliz a ratos a Javi, que bien merecido lo tiene, yo me doy por satisfecha con mi 8'5. Como si me hubiera querido suspender. ¡Que me suspenda! Pero yo no podía dejarlo de lado. Soy así. Mis principios me lo impiden; las injusticias me pueden. Y menos si él no se lo ha buscado (nadie se lo merece, pero si alguien provoca la situación, como que ya lo ves un poco diferente).
No puede ser que tengan a una persona ahí, criticada por la espalda, a la que tratan a gritos y con desprecios, a la que apartan y no ayudan en absoluto, sino que más bien entorpecen su actividad y luchan por sacárselo de encima sin pararse a comprender un poco su situación, a la que no hacen partícipe de las pequeñas fiestitas que se organizan entre ellos... Y encima, que el centro no destine recursos económicos a las clases de música. Y lo digo con conocimiento de causa: los instrumentos están hechos una mierda, no hay ninguno que se conserve en buenas condiciones. Y todo por ser quien es. Solo hay dos profesoras en todo el centro que lo tratan medio bien, que una es la marginada y la otra es nueva. Ya veremos si no sucumben con el tiempo.
Pero, ¿qué se puede esperar de un equipo docente que tuvo que recurrir a mediadores del ayuntamiento para que les ayudaran a llevarse bien entre todos y aun así no han solventado la situación? O sea, la relación entre todos ha mejorado, se llevan más o menos bien. Pero yo he vivido situaciones muy bestias de discurtirse a gritos en reuniones, de echarse culpas y cosas en cara, de no ceder ante nadie... En fin. Excepto con Javi. Con él parece que sí que van todos a una.
Así que, ya sabéis... Si tenéis a algún compañero de trabajo en alguna situación similar... Ayudadle. Recopilad pruebas y denunciad. Y si sois de prácticas o estáis de paso, como yo, ayudad a esas personas lo máximo que podáis. Cuidadlas en la medida de lo posible y alegradles los días en los que estéis vosotros. De verdad que por poco que sea, os lo agradecerán.
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