Estás escuchando música y de repente suena esa canción. Tu cuerpo se estremece. Tus pupilas se dilatan. Tu pulso se acelera. Dudas. En medio del coro, que cantas a grito herido mientras sigues el ritmo con tus extremidades, descubres con sorpresa que tu excitación es parecida a la que sientes cuando estás teniendo sexo. Según BBC, en 1991 unos músicos profesionales llevaron a cabo un estudio sobre este tema y descubrieron que cerca de la mitad de los voluntarios que participaron, experimentaron temblores, rubor y sudoración, incluso excitación sexual, al escuchar su pieza musical favorita.

Según los expertos, respondemos así ante aquello que compromete nuestra vida: comida, reproducción o peligro. Sin embargo la música no es ninguna de ellas, ¿cómo es posible que nos excite tanto? Investigadores de la Universidad de Wesleyan, en Connecticut, Estados Unidos, revisaron las teorías con las que se ha tratado de explicar el fenómeno.

"El escalofrío musical -así llaman a este conjunto de sensaciones- suscita un cambio fisiológico que está unido a un punto particular de la música. La experiencia puede ser tan poderosa que no te permite hacer nada más, explicó Psyche Loui, del equipo investigador, a BBC."

Estos investigadores concluyeron que este escalofrío se puede desencadenar cuando la melodía no coincide con nuestras expectativas, por lo que "asusta" al sistema nervioso central, provocando pulso acelerado, rubor, mariposas en el estómago, etcétera.