Pienso en una miscelánea efímera. Destellos súbitos incandescentes que estallan liberando todo tipo de alegorías abstractas, ideas que solo conservan su sentido al momento de ser liberados y, al instante, se volatilizan perdidos en un confuso anhelo. Ahogado por una constante metamorfosis del psique, el espectador duda hasta que punto lo que ve es real, si acaso él lo es. Pensar hasta que punto tiene sentido contemplar las estrellas da miedo, mucho miedo. Pero hay que seguirlas mirando, de lo contrario lo único que se podría ver es un infinito manto umbrío.
Quizás lo que nos falta es el recipiente adecuado en el que contemplar el universo sin desbordarnos.