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04 Apr 17 Hortaliza
PRÓLOGO

Una mujer alta, fría, esbelta, de piel blanca, cabello largo, liso y blanco, con un cuerpo con pronunciadas curvas y pechos protuberantes.

Sentada sobre la rama de un enorme árbol.

En medio de la noche, miro la ciudad a lo lejos de este bosque que se extiende ante mí.

Hago un esfuerzo por sonreír.

Las comisuras de mis labios tiemblan.

Las pupilas de mis ojos se contraen.

Las lágrimas brotan de mis ojos, resbalando tibiamente por mi rostro.

“Te echo de menos...”

Miro la tumba que descansa bajo el árbol.

“Nathael: 1810 – 1890”

CAPÍTULO 1

Me paro frente a su cama.

Unas débiles luces de la lámpara que cuelga del techo y las velas colocadas en los muebles de madera, iluminan el dormitorio.

Miro y me relamo los labios, divertida.

Sostengo por el mango algo entre mis dedos.

Mi cuerpo está cubierto solo por mi ropa interior.

Un hombre atado de pies y manos en su propia cama.

Su boca está abierta con una mordaza de cuero negra, impidiéndole hablar.

Sus ojos están vendados con un pañuelo.

Su cuerpo está desnudo, a excepción de una fina y delgada línea de cuero que cubre sus zonas íntimas.

Me deslizo sobre el colchón hasta sentarme sobre él.

Le azoto y clavo una daga, apuñalándole varias veces.

El olor a sangre hace que mis ojos se abran de par en par.

Mis pupilas se contraen, mis ojos se tornan de un rojo intenso.

Él grita.

Suelto una carcajada.

Tapo su rostro con una mano y con la otra le desato.

Lo aparto a golpes.

_¡¡GÍRATE!! _Grito con una sonrisa macabra en mi rostro.

Continúo azotándole en el trasero.

Clavándole la daga en la espalda, la deslizo y la saco cuando llego al final.

Más sangre brota de su cuerpo.

Me lanzo sobre él, reteniéndolo con fuerza.

Forcejea en vano.

Lanzo nuestra ropa interior al suelo.

El fuego de las velas se mueve, tocando la madera de los muebles.

Gime al sentir mi piel en la suya.

Chupo toda la sangre de sus heridas.

Sus dedos dejan de aferrarse a los míos.

Sus manos caen, al igual que sus brazos, extendidos sobre la colcha.

Me limpio los restos de sangre que han quedado en mi piel.

Entro en razón.

El rojo de mis ojos se oscurece y mis pupilas se dilatan.

Miro con horror.

“Está muerto…

...he matado a mi esclavo.”

Los muebles arden por el fuego de las velas.

La lámpara cae al suelo, propagando el fuego.

Asustada por lo ocurrido, me levanto.

Camino quemando mis pies, marchándome de allí.

 CAPÍTULO 2

* Adolescencia de Nathael

Me deslizo entre las calles, andando con firmeza.

Muevo mis caderas con cada paso que doy.

Los niños van pidiendo caramelos por las casas.

Es medianoche.

Mis labios son de un rojo oscuro, sin brillo.

Mis colmillos asomando sobre ellos.

Consigo verle entre la multitud.

Un chico joven de pelo castaño, ojos marrones, con gafas y piel blanca.

Está disfrazado de científico.

Tomo su rostro y beso sus labios con ansia.

Abre sus ojos, sorprendido.

La gente nos mira sorprendidas.

Entrecierra sus ojos y me corresponde, rodeando mi cintura.

Nos besamos acaloradamente.

Aparto mi boca de la suya.

Alzo su rostro ante mí, acariciando su piel con mis dedos de los que sobresalen mis largas y finas uñas oscuras.

Nos miramos con seriedad.

Las pupilas de mis ojos se oscurecen y dilatan.

Le agarro de la muñeca y tiro de él, alejándolo de allí.

 CAPÍTULO 3

Estamos sentados en un banco que se encuentra en un descampado abandonado.

Desabrocho su bata blanca, tocando su cuerpo.

Echo su rostro hacia atrás y muerdo su cuello.

Grita y cierra los ojos.

Me aparto y me paso la lengua por la comisura de mis labios.

_ ¿He tardado mucho? _Pregunta ruborizado, tocándose la marca de mis colmillos.

_No. _Le respondo con sequedad.

Me levanto, dándole la espalda.

_Gracias.

Abro mis ojos con sorpresa.

_Solo eres un…

_...Esclavo. Lo sé. _Termina de decir mientras se abotona la bata. 

CAPÍTULO 4

Otro hombre que ha fallecido entre mis brazos.

Miro la expresión de felicidad con la que ha muerto.

“Se ha dejado morir…

…para ser mi sustento.”

Suelto su cadáver en el suelo, frustrada.

_No eres feliz haciendo esto. _Responde alguien a mi espalda.

_Anna.

_Nathael.

_No tengo otra opción. _Le digo con tristeza.

Sonríe.

Aparto mi mirada y me levanto, quedándome de pie frente a él.

“A partir de ahora…

... ¿Serías mi esclavo?”

Nos miramos directamente.

Extiendo mi brazo, mostrándole mi mano.

Se arrodilla y la besa.

_Acepto.

Unas cadenas aparecen en una de nuestras muñecas.

Uniéndonos espiritualmente.

“Ahora me perteneces. En cuerpo y alma.

Tu vida está en mis manos, como ser y como sustento mío.”

_Estoy de acuerdo.

Me contempla con una mirada llena de determinación. Aparto mi mano con brusquedad.

“Eres el primer humano que acepta por voluntad propia ser de mi propiedad.”

CAPÍTULO 5

_ ¿Por qué sigues con esto? _Le pregunto frustrada.

_ ¿No es obvio? _Me responde.

_Ten cuidado. _Le respondo con delicadeza.

_ ¿Pero y esto…? _Se señala la muñeca.

_No nos van a mantener unidos literalmente, es solo una forma inmaterial para recordarnos el pacto que hemos hecho.

“Te avisaran cuando necesite alimentarme.”

Me despido de él agitando la mano en un gesto de despedida.

CAPÍTULO 6

Hago una mueca de dolor.

La cadena aprieta mi muñeca hasta hacerla sangrar.

“¿¡Qué significa esto!?” Pienso, mirando la herida que me está causando.

“Nathael.”

_ ¿¡Dónde estás!? _Grito mientras voy trotando por las calles.

Le veo en la plaza del centro de la ciudad.

Está hablando con unas amigas.

La cadena se afloja.

La hemorragia tarda un rato en cicatrizar.

Resoplo molesta.

_Estúpido esclavo. _Escupo cada una de las palabras.

Mis pupilas se contraen, tornándose de un rojo oscuro a un rojo claro intenso.

“¿Qué hace tan temprano aquí con ellas?”

“Tengo hambre.

¿Acaso no se da cuenta?”

Avanzo hacia ellos.

A esta hora apenas hay gente aquí.

_Parece que te diviertes. _Farfullo con desprecio.

Palidece aún más al oírme justo detrás suya.

_Disculpadme señoritas.

Me miran aterrorizadas.

_Como este señorito no se ha acordado de atenderme…

Agarro a ambas del cuello.

Apretando hasta escucharlos crujir y desgarrarlos.

Bebo toda la sangre que brota de ambos cuerpos y tiro los cadáveres al suelo.

Nathael observa la escena con horror.

CAPÍTULO 7

_ ¿¡Se puede saber qué has hecho!? _Grita con la cara desencajada por el miedo y la ira.

Le agarro por las muñecas antes de que me intente golpear.

_¡¡Monstruo!! _Chilla con lágrimas en los ojos.

Lo suelto y le abofeteo.

_Esclavo inútil. _Le reprocho enfadada.

_ ¡Si querías comer solo tenías que… que…! _Su voz se va apagando, sollozando.

_ ¿...Querías ser tú el que acabara así? ¿Querías ser tú el que muriera?

Agarro su rostro, levantándolo para mirar sus ojos.

Seco sus lágrimas con mis dedos.

“No quiero perderte.”

Mis manos se enredan con gestos bruscos en su cabello en un intento de calmarle.

Respira poco a poco más tranquilo.

“Perdóname.”

 CAPÍTULO 8

* Adultez de Nathael

Él se sienta en el borde de su cama, quitándose la ropa.

Sigo de pie.

Voy desvistiéndome, dejando caer mi ropa al suelo.

Espera pacientemente, sin mirarme.

Nuestros cuerpos están cubiertos solo por la ropa interior.

_ ¿Sabes por qué hice y hago todo esto?

Me coloco frente a él.

_Porque vuestra sangre sabe mejor así. _Susurro en su oído, inclinándome.

Deslizo mis manos por su piel.

Mis dedos suben hasta su cabello, hundiéndose en su nuca.

Mi pulgar se detiene en la comisura de sus labios.

Entrecierra sus ojos al sentir mi lengua por su cuello.

Presiono con suavidad, hasta ver salir el hilo de sangre.

Cierra sus ojos.

Bebo despacio, sin detenerme.

Gruñe.

Me detengo.

Su piel está pálida.

Se lleva una mano al cuello, masajeándose la herida con los dedos.

Nos miramos a los ojos.

Abre su boca.

_Anna… _Balbucea.

Hundo mi boca en la suya, estrechando su cuerpo contra el mío.

Presionando con fuerza mis labios sobre los suyos, besándole.

Gime.

Mis manos se pierden por su cuerpo.

Siento el calor que desprende.

Separamos nuestras bocas, jadeantes.

Acerca su rostro al mío.

Poso un dedo sobre sus labios.

_Detente. _Le ordeno con dulzura.

Me aparto de él y camino hasta la ventana del dormitorio.

Contemplo el cielo nocturno a través de ella.

“Los humanos solo deseáis poder para ser felices, para ello tenéis que expandiros y la única forma de hacerlo es procreando.”

“Aquellos que consiguen poder someten a los débiles y los que son diferentes son rechazados por los demás.”

_Necesitas una eternidad para darte cuenta de todo esto.

Me siento en el otro lado de la cama.

_Podrías haber muerto hace un instante, pero tu deseo de poder tener descendencia era más fuerte.

“Tu propio instinto te ha traicionado.”

Me tumbo bocarriba, mirando el techo durante un rato.

Me giro, dándole la espalda.

Él hace lo mismo.

_Has tenido mucha fuerza de voluntad. Es porque llevas observándome desde que eras un niño.

“Sabes todas mis técnicas, mis estrategias…

...para arrastraros hasta mí.”

_Luego os convierto en mis esclavos y…

Sonrío.

Se gira, juntando su cuerpo con el mío.

Rodeándome con sus manos, colocándolas con sus dedos entrelazados bajo mis senos.

Abro mis ojos sorprendida.

“No importa lo que hagas, no me rendiré.

Estoy aquí para ti.

Moriré en tus brazos.”

Las lágrimas brotan de mis ojos y caen por mis mejillas.

EPÍLOGO

* Vejez de Nathael

_Es plena madrugada… ¿Se puede saber a dónde me llevas?

Aparta sus manos de mis ojos.

_Ábrelos. _Susurra en mi oído.

Siento sus manos sobre las mías, enlazando sus dedos con los míos.

Sube hasta colocarlas debajo de mis senos.

Abro los ojos y observo maravillada.

Un bosque a las afueras, donde se puede ver a lo lejos toda la ciudad.

_Yo… _Susurro.

Me giro y le miro emocionada.

Agarro sus manos.

Me mira sorprendido.

Llevo una de sus manos a mi pecho.

Se ruboriza y me mira excitado.

_Retiro lo que te dije aquel día.

“Eres uno de los pocos motivos que aún me hacen querer seguir existiendo.”

Rodeo con mis brazos su espalda, acercándolo a mí.

“Gabriel lo sabía… aún quedaba algo de humanidad en tí.”

Mis ojos se abren con sorpresa.

“Él se entregó… para ayudarte… pero no logró conseguirlo a tiempo.”

Las lágrimas brotan de mis ojos.

“La habitación en llamas...

...Mi brote de locura...

...Gabriel muriendo asesinado con mis propias manos, entre mis brazos...”

_Era mi bisabuelo.

Mi corazón da un vuelco.

Noto una punzada de dolor en mi pecho.

_Lo siento… tanto…

“Es la primera vez que lo siento de verdad.”

Su cabello blanco.

Sus arrugados ojos marrones con esa mirada limpia, clara y brillante.

“Quería estar a tu lado, aún si perdía mi vida…

...Solo por verte feliz como Gabriel no pudo hacerlo…

...Poder ver la humana que aún hay en tí...”

_...y morir en tus brazos…

Apoya la cabeza entre mis pechos.

_Nathael… _Susurro una y otra vez, angustiada.

Las lágrimas caen por mis mejillas.

Toco sus hombros y su espalda, temblorosa.

Rodeo sus hombros con un brazo y hecho su rostro hacia atrás.

Entreabre sus ojos, mirándome con felicidad.

“Te amo.”

Acaricio sus frágiles manos, sus dedos, besándolos.

Las comisuras de mis labios tiemblan.

_Yo también… no sabes cuánto… _Le digo mirándole con ternura.

Sonríe, tocando mi rostro con sus dedos.

Nos besamos.

Siento como deja de respirar.

Su mano cae sobre mi hombro.

Exhalando su último suspiro.

Abro los ojos y le contemplo bajo la luz del amanecer.

“Gracias...

...Por haber estado a mi lado, como amigo…

...Como pareja… por haber cuidado de mí...”

FIN
Gracias a Muffet y a Voldia por sus Firmas.

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