de vez en cuando, muy de vez en cuando, me da por escribir y os cuento que no escribo por que sea escritora, ni de lejos (dios nos libre), a veces me dan crisis de ansiedad y la unica forma que tengo de calmarme es escribiendo, por eso tengo tantisimas historias que estan inacabadas, porque cuando esas "crisis" se disipan....dejo de escribir. Ultimamente vuelvo a tener mas seguido y he vuelto a hacer una nueva historia y he decidido publicarla para intentar, al menos, acabar una
no tiene titulo, y no se me ocurre ninguno, asi que si alguno de vosotros que os animeis a leer lo que mi mente estropeada crea se os ocurre alguno, sera un placer que lleve vuestro titulo
no tiene titulo, y no se me ocurre ninguno, asi que si alguno de vosotros que os animeis a leer lo que mi mente estropeada crea se os ocurre alguno, sera un placer que lleve vuestro titulo
Primer día de trabajo, tengo muchas ganas pero estoy muerta de miedo, es una gran oportunidad para mi y tengo que controlar los nervios o acabarán provocándome una buena vomitona
Después de una enorme taza de café tan cargado que resucitaria a cualquier zombie, cojii mi bolso y conduje los 20 minutos más cortos qué había hecho en mi vida. Notaba una enorme pelota de nervios en mi estómago y esa sensación entre cosquilleo y mareo, estaba feliz y aterrada, había conseguido entrar en la mejor empresa multinacional del pais y quería estar a la altura, y sin duda aquello provocaría en cualquiera un desmayo. Mi trabajo desde hoy iba a ser de “asistenta personal” de la Directiva del Departamento de Ventas, uno de los más importantes de la empresa, y el punto neurálgico de toda la compañía. La empresa se dividía en varios Departamentos, cada uno ubicado en una planta diferente del enorme edificio de fachada de un blanco tan inmaculado qué parecía qué estuviese entrando por las puertas del cielo de una de esas pelis de comedia romántica.
Me quedé un momento delante de aquel imponente edificio y conté mentalmente cada planta
-una..dos..tres...cuatro...ocho..diez..once..doce…-aquella estupidez consiguió calmarme durante unos minutos. Cogi aire despacio y me repetía a mi misma a cada paso qué daba “vamos Sofía..vamos Sofía..VAMOS SOFÍA¡¡¡”
Al acercarme a la entrada dos vigilantes de seguridad me dieron los buenos días educadamente
-Buenos días, señorita, su identificación, por favor- Me dijo el más alto y con el rostro mas serio mientras extendía la mano a la espera de mi tarjeta identificativa.
-Sí.claro - contesté rebuscando en mi bolso- Aquí tiene.
El vigilante miró aquel carnet y luego me miró a mi, volvió a mirar el carnet y me volvió a mirar a mi.
-Bien, señorita Lynver, pase, diríjase al mostrador principal y le indicarán dónde tiene qué ir- Aquel comentario me dejó totalmente pasmada, a pesar de la cantidad de personas qué trabajan allí, con el ir y venir, aquel vigilante sabía qué era nueva. Quizá me delatase la manera en la qué temblaban mis manos al darle carnet
Tras pasar por los arcos de seguridad llegue a esos accesos giratorios que me recordaban a los qué hay en el metro, solo qué estos,sin duda, imponian mucho más. Pase mi carnet por el lector y el color de la pantalla cambió de rojo a verde acompañado de un sonoro “click” qué me indicaba qué tenía el acceso autorizado. Pase despacio por los rodillos haciendo qué girasen tras de mí hasta quedar al otro lado. Parecía cómo si hubiese atravesado una portal dimensional, me sentía cómo si me hubiese transportado a otra parte, mire hacía atrás, era como estar en otro lugar y solo había pasado esos rodillitos. En la parte central se encontraba el mostrador de acceso llevado por 5 personas, y observe qué todas llevaban micro y audio, era obvio qué todo lo qué pasaba por la primera planta sería reportado al momento y viceversa
-Buenos días- me dijo una cara sonriente cuando me acerque
-Buenos días- le devolví el saludo con otra sonrisa y le extendí mi identificación- Yo..
-Ahhh, señorita Lynver, bienvenida a Cosmos Society, espero qué su primer día sea espectacular- aquella chica no me dejo ni terminar la frase y ya sabía quién era yo antes de decirle nada, el control y la seguridad en aquella empresa eran más qué evidentes
-Me llamo Claudia- Me decía mientras se levantaba de su asiento y salia del mostrador- Sígueme, te llevare a tu sección y te guiaré un poco hoy, la Señorita Danvers está en una reunión urgente fuera de las oficinas, así qué hoy podrás familiarizarte más cómodamente con tu nuevo puesto- Me decía sin dejar de sonreír. Sin duda saber qué mi jefa no estaría en mi primer día hizo qué sintiese un gran alivio.
Claudia me devolvió mi tarjeta identificativa metida en un plastiquito con una cuerda qué llevaba al rededor de ella el nombre de la empresa, no se en qué momento cogió aquello ni cómo metió tarjeta sin qué me diera cuenta.
-Toma, llévalo siempre colgado en tu cuello- Claudia me devolvió mi tarjeta. No me había dado cuenta pero todo el mundo llevaba su tarjeta colgando de sus cuellos en aquel plastiquito con la cuerda azul
Llegamos a los ascensores qué estaban justo detrás del mostrador de acceso. 3 enormes ascensores qué no paraban de subir y bajar. Claudia entró primero sin dejar de hablar, me iba indicando las salidas de emergencias, los aseos más cercanos, las escaleras.. y yo la seguía en silencio asimilando todo lo qué me iba diciendo sin dejar de mirar asombrada todo lo qué me rodeaba
-Tu sección es la 11, estás en la planta 11, espero qué no tengas vértigo - Claudia se reía de su propio comentario y yo sonreía forzada, no es que no me hiciera gracia, aquel comentario había sido gracioso, pero estaba demasiado concentrada en no vomitar de nervios
El ascensor subía y paraba en aquellas plantas qué estaban indicadas hasta qué llegamos a la número 11. Cuando las puertas del ascensor se abrieron sentí qué el mundo se abrió ante mi. Era enorme, lleno de mesas, ordenadores, gente hablando entre ellos, otros con sus teléfonos, algunos concentrados delante de sus pantallas, otros iban de un sitio a otro casi corriendo con papeles en sus manos, era un jaleo extrañamente relajante. Caminaba al lado de Claudia qué no dejaba de indicarme cada una de las partes de aquella inmensa planta qué desde hoy sería mi destino cada día y notaba cómo las miradas de aquellas personas empezaban a observarme mientras caminábamos despacio hasta el fondo de la enorme sala.
-Bienvenida, esta sera tu mesa- Claudia señalaba la mesa qué había delante de una puerta negra con un cartel en el qué se podía leer en letras plateadas “DIRECTIVA”, ese pequeño cartel me provocó otro mareo. En la mesa había una tablet pequeña y un sobre marrón rectangular en el qué ponía “A la atención de Sofía Lynver”. Antes de marcharse, Claudia me explicó el funcionamiento de las líneas internas, cómo pasar llamadas y los códigos necesarios para llamar según a qué sección, y me dejo un post pegado en el teléfono con su código y extensión por sí necesitaba ayuda llamarla directamente
Me quede sola en mi mesa y abrí con cuidado el sobre con mi nombre, dentro estaban las instrucciones de acceso y los códigos necesarios para tener acceso a los archivos del ordenador, las instrucciones de la tablet, guías y “consejos”, así qué mi primer día me lo pasé leyendo aquella “guia de instrucciones” y familiarizadome con los sistemas. No me costó mucho esfuerzo hacerme con el manejo de las aplicaciones, lo importante era no olvidar ningún código y tenerlo todo lo más accesible posible y cómodo, así qué organice las carpetas, los papeles y los archivos de forma qué me fuese sencillo y rápido, y una vez hecho me puse al día con la agenda de la Señorita Danvers, tenía qué saber cada uno de sus movimientos. Su agenda estaba perfectamente organizada, mientras observaba en la pantalla de mi monitor sus horarios de reuniones, sus horas marcadas y no pude evitar pensar qué eso debería ser agotador, no había un minuto en su día qué no estuviera marcado de antemano y sentí un alivio al ver qué la señorita Danvers tenía previsto los dos siguientes días reuniones fuera de la ciudad, así qué aún tenía un pequeño margen para ponerme al día de todo y no parecer una completa idiota cuando la tuviese delante. Observe en el calendario que en los días qué estaría fuera había una marca y mi curiosidad hizo qué qué llevase el cursor del ratón hasta allí, un doble click y se abrió una pequeña ventanita “Hotel Masaria. Entrada 26 Marzo 12:00. Desayuno. Habitación 307” y mientras leía aquello apareció un aviso de qué tenía un correo nuevo entrante, aquello hizo qué me sobresaltase, no sabía qué tenía un correo electrónico. Lo abrí.
“De: Marta Danvers
Para: Sofía Lynder
Asunto: Bienvenida
Señorita Lynder, espero qué se adapte rápido a su nuevo puesto, lamento no poder estar allí para poder recibirla y enseñarle lo necesario, le he dejado todo lo qué necesita encima de su mesa.
Volveré pasado mañana así qué tiene tiempo para ponerse al día sobre la próxima Operación Río. Encima de mi mesa está el dossier y el código de acceso para el archivo, puede abrir la puerta de mi despacho con su tarjeta identificativa.
Un saludo, M. Danvers”
No sabía si tenía qué contestarle y sí lo hacía…¿qué le decía?. Me levante y busque el lector de tarjetas, tarde unos segundos en encontrarlo, tenía el aspecto de un interruptor de la luz a diferencia de qué este tenía una lucecita roja qué parpadea. Acerque mi tarjeta al interruptor, y cómo pasó con el rodillo de abajo... la luz cambió a verde y un sonido de cerradura se escuchó, agarré el pomo de la puerta despacio y con miedo, con tanto miedo qué parecía qué temiese qué se rompiera, abrí...su despacho era impecable, una mesa de madera color negro contrastaba con el resto del estilo blanco de todo el edificio, aquella mesa preside la habitación, y allí estaba lo qué me dijo, otro sobre marrón y un pendrive, los cogí y volví a mi mesa rápidamente cómo sí no quisiera qué nadie supiera qué había estado allí. Cerrar la puerta tras de mí y volvi a pasar mi tajeta, nuevamente se volvió a escuchar el sonido de la cerradura, pero esta vez de cierre, y la luz volvió a ponerse roja y parpadeante
“De: Sofía Lynder
Para: Marta Danvers
Asunto: Buenos días
Tengo lo qué me dijo y enseguida me pongo con ello
Un saludo”
Perdí la cuenta de la de veces qué escribi y borre el mensaje, coji aire y le di a enviar rezando por qué aquel email qué envie no me hiciera parecer idiota o algo peor
En casa, después de una ducha caliente bien merecida, me senté en mi cómodo sofá suspirando profundamente aliviada de qué el primer día de trabajo había pasado ya. Traje la tablet conmigo a casa, una de las instrucciones era específicamente qué siempre debía llevar la tablet conmigo sí no estaba en la oficina, así qué la cogí y mientras cenaba un sandwich segui leyendo el dossier de lo qué se había nombrado “proyecto Río”. Este era uno de los proyectos más importantes qué Cosmos Society tenía entre manos actualmente, estaban en negociaciones para comprar una de las cadenas hoteleras más importantes internacionalmente, Hoteles Rio. Había oído hablar de ellos, eran hoteles de 5 estrellas y quienes pasaban allí al menos una noche los definían cómo “dormir en el paraíso”.
Anotaba cada pequeño dato en mi libreta, me había hecho un esquema con datos más relevantes y repasaba mentalmente una y otra vez cifras, datos, gráficas, estadísticas… me recordó a la universidad y los exámenes, solo qué esta vez no era un examen sí no qué era algo mucho más grande qué cualquier cosa qué podría haber pensado. Por una parte maldecía mi suerte por haber entrado en la empresa justo cuando tenían entre manos este proyecto de dimensiones gigantescas, por otro lado me gustaba la idea y quería demostrar mi valía, así qué me prepare el dichoso proyecto a conciencia. Cai rendida en la cama, estaba agotada por completo, cerraba los ojos y solo veía letras y números y antes de qué pudiera darme cuenta me quede profundamente dormida.
El despertador sonó estrepitoso aunque yo ya llevaba un buen rato despierta, después de apagarlo me prepare, cogí mis cosas y me preparé un termo de café para el camino.
-Buenos días, señorita Lynder - Me sonrió el vigilante, qué el día anterior me había pedido la identificación, sin embargo ahora no la había pedido, y tal y cómo me indico Claudia, ya la llevaba colgando en el cuello
-Buenos días - le devolví el saludo con otra sonrisa
Pase por el escáner y después por el rodillo, y al igual qué el día anterior me seguía pareciendo qué había traspasado otro mundo
-Buenos días, señorita Lynder- Me dijo Claudia desde su asiento en el mostrador de entrada
-Buenos días , Claudia, por favor llamame Sofía - le dije
-Claro, Sofía, la señorita Danvers la espera en su despacho - Aquello me dejó completamente helada, ¿había leído mal su planning? ¿no volvía mañana?. Saque la tablet corriendo del bolso
-No has comprobado el día antes de salir? - me preguntó Claudia sin dejar de sonreír
-No….- sentía una ola de pánico, abrí la tablet, comprobé los horarios y ahí estaba
“MODIFICACIÓN 27 MARZO: VUELTA”
¿cómo había cometido el error de no revisar los datos antes de salir de casa?. Revise el correo, no tenía nada y eso me hizo suspirar de alivio, habría sido un problema mayor sí hubiese tenido algún email importante. Me despedí de Claudia y fui al ascensor sin dejar de mirar la tablet repasando algunos datos, sentía qué me temblaban las rodillas. El ascensor abrió sus puertas en la planta 11 dándome pasó a mi lugar de trabajo, camine despacio el largo pasillo qué llegaba hasta mi mesa y mire qué la puerta de la Señorita Danvers ahora estaba abierta y eso me hacía estar más nerviosa. Al llegar mire al interior del despacho pero estaba vacío, me senté en mi mesa preparando todo e intentando calmar mis nervios y haciéndome a la idea de qué en cualquier momento ella aparecería. No en vano su fama la precedía, según tenía entendido todas sus anteriores asistentes habían dejado su puesto de forma voluntaria al no soportar la presión, al parecere la señorita Danvers tenía un carácter particular. Minutos después el jaleo de aquella enorme sala bajo de forma notable, levante la mirada por encima del monitor y supe enseguida qué había causado aquel descenso de jaleo en la sala, o mejor dicho “quién”. Allí estaba ella, mi jefa. El miedo qué tenía de meter la pata por no reconocerla se disiparon, no había dudas, era aquella mujer. No era para nada cómo me la había imaginado, en mi cabeza imaginé una mujer mucho más mayor, no se por qué, pero la imaginaba más mayor, pero aquella mujer no tenía más edad qué yo, unos treinta y pocos, aquello me sorprendió bastante. Caminaba mirando su teléfono móvil, el sonido de sus tacones resonaban y el nerviosismo en la sala era más qué notable. Me levanté de mi silla colocándome bien mi falda para recibirla.
-Buenos días, señorita Lynder, pase por favor- me dijo al pasar por mi lado sin dejar de mirar su teléfono móvil. Cogí la tablet y entre en su despacho detrás de ella.
-Siéntese, por favor- y me senté en una de las sillas delante de su enorme mesa negra. Sin duda era una mujer qué imponía, era alta, con rostro serio qué su sombra de ojos oscura resaltan y un pelo tan negro cómo la noche.
-Confío en qué se ha leído el dossier qué le deje preparado y qué tiene los datos al día, señorita Lynder- me dijo con tono autoritario
-Sí señora Danvers, así es- le conteste intentando qué mi tono fuese lo más seguro posible. Fue una reunión corta, varios apuntes y algunos requisitos “indispensables” para ella, yo anoté todo lo qué decía sin decir una palabra y 15 minutos después volví a mi mesa dejándola en su despacho.
Después de una enorme taza de café tan cargado que resucitaria a cualquier zombie, cojii mi bolso y conduje los 20 minutos más cortos qué había hecho en mi vida. Notaba una enorme pelota de nervios en mi estómago y esa sensación entre cosquilleo y mareo, estaba feliz y aterrada, había conseguido entrar en la mejor empresa multinacional del pais y quería estar a la altura, y sin duda aquello provocaría en cualquiera un desmayo. Mi trabajo desde hoy iba a ser de “asistenta personal” de la Directiva del Departamento de Ventas, uno de los más importantes de la empresa, y el punto neurálgico de toda la compañía. La empresa se dividía en varios Departamentos, cada uno ubicado en una planta diferente del enorme edificio de fachada de un blanco tan inmaculado qué parecía qué estuviese entrando por las puertas del cielo de una de esas pelis de comedia romántica.
Me quedé un momento delante de aquel imponente edificio y conté mentalmente cada planta
-una..dos..tres...cuatro...ocho..diez..once..doce…-aquella estupidez consiguió calmarme durante unos minutos. Cogi aire despacio y me repetía a mi misma a cada paso qué daba “vamos Sofía..vamos Sofía..VAMOS SOFÍA¡¡¡”
Al acercarme a la entrada dos vigilantes de seguridad me dieron los buenos días educadamente
-Buenos días, señorita, su identificación, por favor- Me dijo el más alto y con el rostro mas serio mientras extendía la mano a la espera de mi tarjeta identificativa.
-Sí.claro - contesté rebuscando en mi bolso- Aquí tiene.
El vigilante miró aquel carnet y luego me miró a mi, volvió a mirar el carnet y me volvió a mirar a mi.
-Bien, señorita Lynver, pase, diríjase al mostrador principal y le indicarán dónde tiene qué ir- Aquel comentario me dejó totalmente pasmada, a pesar de la cantidad de personas qué trabajan allí, con el ir y venir, aquel vigilante sabía qué era nueva. Quizá me delatase la manera en la qué temblaban mis manos al darle carnet
Tras pasar por los arcos de seguridad llegue a esos accesos giratorios que me recordaban a los qué hay en el metro, solo qué estos,sin duda, imponian mucho más. Pase mi carnet por el lector y el color de la pantalla cambió de rojo a verde acompañado de un sonoro “click” qué me indicaba qué tenía el acceso autorizado. Pase despacio por los rodillos haciendo qué girasen tras de mí hasta quedar al otro lado. Parecía cómo si hubiese atravesado una portal dimensional, me sentía cómo si me hubiese transportado a otra parte, mire hacía atrás, era como estar en otro lugar y solo había pasado esos rodillitos. En la parte central se encontraba el mostrador de acceso llevado por 5 personas, y observe qué todas llevaban micro y audio, era obvio qué todo lo qué pasaba por la primera planta sería reportado al momento y viceversa
-Buenos días- me dijo una cara sonriente cuando me acerque
-Buenos días- le devolví el saludo con otra sonrisa y le extendí mi identificación- Yo..
-Ahhh, señorita Lynver, bienvenida a Cosmos Society, espero qué su primer día sea espectacular- aquella chica no me dejo ni terminar la frase y ya sabía quién era yo antes de decirle nada, el control y la seguridad en aquella empresa eran más qué evidentes
-Me llamo Claudia- Me decía mientras se levantaba de su asiento y salia del mostrador- Sígueme, te llevare a tu sección y te guiaré un poco hoy, la Señorita Danvers está en una reunión urgente fuera de las oficinas, así qué hoy podrás familiarizarte más cómodamente con tu nuevo puesto- Me decía sin dejar de sonreír. Sin duda saber qué mi jefa no estaría en mi primer día hizo qué sintiese un gran alivio.
Claudia me devolvió mi tarjeta identificativa metida en un plastiquito con una cuerda qué llevaba al rededor de ella el nombre de la empresa, no se en qué momento cogió aquello ni cómo metió tarjeta sin qué me diera cuenta.
-Toma, llévalo siempre colgado en tu cuello- Claudia me devolvió mi tarjeta. No me había dado cuenta pero todo el mundo llevaba su tarjeta colgando de sus cuellos en aquel plastiquito con la cuerda azul
Llegamos a los ascensores qué estaban justo detrás del mostrador de acceso. 3 enormes ascensores qué no paraban de subir y bajar. Claudia entró primero sin dejar de hablar, me iba indicando las salidas de emergencias, los aseos más cercanos, las escaleras.. y yo la seguía en silencio asimilando todo lo qué me iba diciendo sin dejar de mirar asombrada todo lo qué me rodeaba
-Tu sección es la 11, estás en la planta 11, espero qué no tengas vértigo - Claudia se reía de su propio comentario y yo sonreía forzada, no es que no me hiciera gracia, aquel comentario había sido gracioso, pero estaba demasiado concentrada en no vomitar de nervios
El ascensor subía y paraba en aquellas plantas qué estaban indicadas hasta qué llegamos a la número 11. Cuando las puertas del ascensor se abrieron sentí qué el mundo se abrió ante mi. Era enorme, lleno de mesas, ordenadores, gente hablando entre ellos, otros con sus teléfonos, algunos concentrados delante de sus pantallas, otros iban de un sitio a otro casi corriendo con papeles en sus manos, era un jaleo extrañamente relajante. Caminaba al lado de Claudia qué no dejaba de indicarme cada una de las partes de aquella inmensa planta qué desde hoy sería mi destino cada día y notaba cómo las miradas de aquellas personas empezaban a observarme mientras caminábamos despacio hasta el fondo de la enorme sala.
-Bienvenida, esta sera tu mesa- Claudia señalaba la mesa qué había delante de una puerta negra con un cartel en el qué se podía leer en letras plateadas “DIRECTIVA”, ese pequeño cartel me provocó otro mareo. En la mesa había una tablet pequeña y un sobre marrón rectangular en el qué ponía “A la atención de Sofía Lynver”. Antes de marcharse, Claudia me explicó el funcionamiento de las líneas internas, cómo pasar llamadas y los códigos necesarios para llamar según a qué sección, y me dejo un post pegado en el teléfono con su código y extensión por sí necesitaba ayuda llamarla directamente
Me quede sola en mi mesa y abrí con cuidado el sobre con mi nombre, dentro estaban las instrucciones de acceso y los códigos necesarios para tener acceso a los archivos del ordenador, las instrucciones de la tablet, guías y “consejos”, así qué mi primer día me lo pasé leyendo aquella “guia de instrucciones” y familiarizadome con los sistemas. No me costó mucho esfuerzo hacerme con el manejo de las aplicaciones, lo importante era no olvidar ningún código y tenerlo todo lo más accesible posible y cómodo, así qué organice las carpetas, los papeles y los archivos de forma qué me fuese sencillo y rápido, y una vez hecho me puse al día con la agenda de la Señorita Danvers, tenía qué saber cada uno de sus movimientos. Su agenda estaba perfectamente organizada, mientras observaba en la pantalla de mi monitor sus horarios de reuniones, sus horas marcadas y no pude evitar pensar qué eso debería ser agotador, no había un minuto en su día qué no estuviera marcado de antemano y sentí un alivio al ver qué la señorita Danvers tenía previsto los dos siguientes días reuniones fuera de la ciudad, así qué aún tenía un pequeño margen para ponerme al día de todo y no parecer una completa idiota cuando la tuviese delante. Observe en el calendario que en los días qué estaría fuera había una marca y mi curiosidad hizo qué qué llevase el cursor del ratón hasta allí, un doble click y se abrió una pequeña ventanita “Hotel Masaria. Entrada 26 Marzo 12:00. Desayuno. Habitación 307” y mientras leía aquello apareció un aviso de qué tenía un correo nuevo entrante, aquello hizo qué me sobresaltase, no sabía qué tenía un correo electrónico. Lo abrí.
“De: Marta Danvers
Para: Sofía Lynder
Asunto: Bienvenida
Señorita Lynder, espero qué se adapte rápido a su nuevo puesto, lamento no poder estar allí para poder recibirla y enseñarle lo necesario, le he dejado todo lo qué necesita encima de su mesa.
Volveré pasado mañana así qué tiene tiempo para ponerse al día sobre la próxima Operación Río. Encima de mi mesa está el dossier y el código de acceso para el archivo, puede abrir la puerta de mi despacho con su tarjeta identificativa.
Un saludo, M. Danvers”
No sabía si tenía qué contestarle y sí lo hacía…¿qué le decía?. Me levante y busque el lector de tarjetas, tarde unos segundos en encontrarlo, tenía el aspecto de un interruptor de la luz a diferencia de qué este tenía una lucecita roja qué parpadea. Acerque mi tarjeta al interruptor, y cómo pasó con el rodillo de abajo... la luz cambió a verde y un sonido de cerradura se escuchó, agarré el pomo de la puerta despacio y con miedo, con tanto miedo qué parecía qué temiese qué se rompiera, abrí...su despacho era impecable, una mesa de madera color negro contrastaba con el resto del estilo blanco de todo el edificio, aquella mesa preside la habitación, y allí estaba lo qué me dijo, otro sobre marrón y un pendrive, los cogí y volví a mi mesa rápidamente cómo sí no quisiera qué nadie supiera qué había estado allí. Cerrar la puerta tras de mí y volvi a pasar mi tajeta, nuevamente se volvió a escuchar el sonido de la cerradura, pero esta vez de cierre, y la luz volvió a ponerse roja y parpadeante
“De: Sofía Lynder
Para: Marta Danvers
Asunto: Buenos días
Tengo lo qué me dijo y enseguida me pongo con ello
Un saludo”
Perdí la cuenta de la de veces qué escribi y borre el mensaje, coji aire y le di a enviar rezando por qué aquel email qué envie no me hiciera parecer idiota o algo peor
En casa, después de una ducha caliente bien merecida, me senté en mi cómodo sofá suspirando profundamente aliviada de qué el primer día de trabajo había pasado ya. Traje la tablet conmigo a casa, una de las instrucciones era específicamente qué siempre debía llevar la tablet conmigo sí no estaba en la oficina, así qué la cogí y mientras cenaba un sandwich segui leyendo el dossier de lo qué se había nombrado “proyecto Río”. Este era uno de los proyectos más importantes qué Cosmos Society tenía entre manos actualmente, estaban en negociaciones para comprar una de las cadenas hoteleras más importantes internacionalmente, Hoteles Rio. Había oído hablar de ellos, eran hoteles de 5 estrellas y quienes pasaban allí al menos una noche los definían cómo “dormir en el paraíso”.
Anotaba cada pequeño dato en mi libreta, me había hecho un esquema con datos más relevantes y repasaba mentalmente una y otra vez cifras, datos, gráficas, estadísticas… me recordó a la universidad y los exámenes, solo qué esta vez no era un examen sí no qué era algo mucho más grande qué cualquier cosa qué podría haber pensado. Por una parte maldecía mi suerte por haber entrado en la empresa justo cuando tenían entre manos este proyecto de dimensiones gigantescas, por otro lado me gustaba la idea y quería demostrar mi valía, así qué me prepare el dichoso proyecto a conciencia. Cai rendida en la cama, estaba agotada por completo, cerraba los ojos y solo veía letras y números y antes de qué pudiera darme cuenta me quede profundamente dormida.
El despertador sonó estrepitoso aunque yo ya llevaba un buen rato despierta, después de apagarlo me prepare, cogí mis cosas y me preparé un termo de café para el camino.
-Buenos días, señorita Lynder - Me sonrió el vigilante, qué el día anterior me había pedido la identificación, sin embargo ahora no la había pedido, y tal y cómo me indico Claudia, ya la llevaba colgando en el cuello
-Buenos días - le devolví el saludo con otra sonrisa
Pase por el escáner y después por el rodillo, y al igual qué el día anterior me seguía pareciendo qué había traspasado otro mundo
-Buenos días, señorita Lynder- Me dijo Claudia desde su asiento en el mostrador de entrada
-Buenos días , Claudia, por favor llamame Sofía - le dije
-Claro, Sofía, la señorita Danvers la espera en su despacho - Aquello me dejó completamente helada, ¿había leído mal su planning? ¿no volvía mañana?. Saque la tablet corriendo del bolso
-No has comprobado el día antes de salir? - me preguntó Claudia sin dejar de sonreír
-No….- sentía una ola de pánico, abrí la tablet, comprobé los horarios y ahí estaba
“MODIFICACIÓN 27 MARZO: VUELTA”
¿cómo había cometido el error de no revisar los datos antes de salir de casa?. Revise el correo, no tenía nada y eso me hizo suspirar de alivio, habría sido un problema mayor sí hubiese tenido algún email importante. Me despedí de Claudia y fui al ascensor sin dejar de mirar la tablet repasando algunos datos, sentía qué me temblaban las rodillas. El ascensor abrió sus puertas en la planta 11 dándome pasó a mi lugar de trabajo, camine despacio el largo pasillo qué llegaba hasta mi mesa y mire qué la puerta de la Señorita Danvers ahora estaba abierta y eso me hacía estar más nerviosa. Al llegar mire al interior del despacho pero estaba vacío, me senté en mi mesa preparando todo e intentando calmar mis nervios y haciéndome a la idea de qué en cualquier momento ella aparecería. No en vano su fama la precedía, según tenía entendido todas sus anteriores asistentes habían dejado su puesto de forma voluntaria al no soportar la presión, al parecere la señorita Danvers tenía un carácter particular. Minutos después el jaleo de aquella enorme sala bajo de forma notable, levante la mirada por encima del monitor y supe enseguida qué había causado aquel descenso de jaleo en la sala, o mejor dicho “quién”. Allí estaba ella, mi jefa. El miedo qué tenía de meter la pata por no reconocerla se disiparon, no había dudas, era aquella mujer. No era para nada cómo me la había imaginado, en mi cabeza imaginé una mujer mucho más mayor, no se por qué, pero la imaginaba más mayor, pero aquella mujer no tenía más edad qué yo, unos treinta y pocos, aquello me sorprendió bastante. Caminaba mirando su teléfono móvil, el sonido de sus tacones resonaban y el nerviosismo en la sala era más qué notable. Me levanté de mi silla colocándome bien mi falda para recibirla.
-Buenos días, señorita Lynder, pase por favor- me dijo al pasar por mi lado sin dejar de mirar su teléfono móvil. Cogí la tablet y entre en su despacho detrás de ella.
-Siéntese, por favor- y me senté en una de las sillas delante de su enorme mesa negra. Sin duda era una mujer qué imponía, era alta, con rostro serio qué su sombra de ojos oscura resaltan y un pelo tan negro cómo la noche.
-Confío en qué se ha leído el dossier qué le deje preparado y qué tiene los datos al día, señorita Lynder- me dijo con tono autoritario
-Sí señora Danvers, así es- le conteste intentando qué mi tono fuese lo más seguro posible. Fue una reunión corta, varios apuntes y algunos requisitos “indispensables” para ella, yo anoté todo lo qué decía sin decir una palabra y 15 minutos después volví a mi mesa dejándola en su despacho.
Responder